Para que yo pudiera vivir aquí
para que mi ser pesara sobre el suelo
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo,
solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos…
(palabras de Angel González de su poema “Áspero mundo” de 1956
Fotografía @mjberistain
Bello poema… 🙂
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Bellisimo!!
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Muchas gracias Leila, Bienvenida a mi mundo.
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Esperemos que los hombres lo dejen en paz. No sé por qué se me vino esa imagen a la cabeza, me disculpo por ello; pero en cuanto veo a un humano en algún lado, tiemblo.
El poema es precioso, de esos que ya no se escriben (hoy, en general, los poetas sólo hablan de su ombligo). De allí que me guste tanto la poesía tuya, la de Isabel Fernández de Quirós, de Julie Sopetrán, de Xabier Nobella, entre otros amigos que he encontrado aquí en la red.
Un abrazo.
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He tenido la suerte de «convivir» con este roble unos cuantos años… Las palabras de Ángel González que le dedico resultan ser de agradecimiento y de deseo de que los siguientes «hombres que lleguen hasta ahí lo dejen en paz.
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precioso!!!
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Comparto ese adjetivo por lo que tiene de reconocimiento a la poesía de Ángel González. Gracias lucesysombras. Un abrazo.
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Es como nuestra propia vida
Me encantó
😘
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Hermoso el recuerdo de Ángel González y la reflexión que hace frente al olmo, la vida, lo que somos… Gracias por traerlo MJ. Un beso fuerte.
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Si algo me complace de verdad es poder compartir con vosotros estas joyas que me asaltan de vez en cuando mientras me pierdo entre mis libros. Gracias Julie por tu presencia y tus palabras. Un besazo.
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