Jaime Gil de Biedma
EN QUÉ CONSISTE LA CREACIÓN POÉTICA Y QUÉ FUNCIONES TIENE
ARTÍCULO DE LUIS GARCÍA MONTERO SOBRE POEMA DE JAIME GIL DE BIEDMA
“El juego de hacer versos”, es un poema de los llamados metapoéticos, porque el poeta trata de explicar en qué consiste la creación poética y qué funciones tiene. El poeta no habla del “oficio” de hacer versos, sino de “juego” y que matiza más tarde “que no es juego” porque entiende que la poesía es más una cuestión de técnica que de sentimientos. Considera que escribir poemas es una manera de entender la vida, aunque el “placer» del comienzo se convierta al final en “vicio solitario”. «El juego de hacer versos» hace un recorrido de la trayectoria del poeta desde la nostálgica adolescencia “demasiados inexpertos, / ni siquiera plagiábamos…” hasta su decadente madurez. Como vemos, el poema tiene una estructura circular, cerrada, comienza y termina con la misma estrofa, aunque con matices diferentes en los dos últimos versos: esta variante hace destacar los efectos del paso del tiempo en la obra del autor. En este poema Gil de Biedma condensa toda su Poética, todo su proceso creador. Admite el arte como vocación, pero también como trabajo «El Arte es otra cosa distinta” … Aprender a pensar / en renglones contados / —y no en los sentimientos / con que nos exaltábamos —» El poeta sabe que la lengua es un instrumento mágico y reconoce que la mejor poesía es la rítmica «el Verbo hecho tango«.
Gil de Biedma tiene la virtud de conectar fácilmente con el lector al utilizar un lenguaje sencillo, cercano y ameno, aunque por ello no trate con gran sensibilidad temas tan vitales como el conflicto y mala conciencia que le producen la pertenencia a la clase burguesa “… a vosotros pecadores / como yo, que me avergüenzo de los palos que no me han dado, / señoritos de nacimiento / por mala conciencia escritores / de poesía social, / dedico también un recuerdo, / y a la afición en general“ o la búsqueda constante de su propia identidad enfrentado con el tiempo y con su propia decadencia “Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde / como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante. / […] Pero ha pasado el tiempo / y la verdad desagradable asoma: / envejecer, morir, es el único argumento de la obra” o el amor en su largo y precioso poema “Pandémica y celeste”: “… Sobre su piel hermosa, / cuando pasen más años y al final estemos, / quiero aplastar los labios invocando / la imagen de su cuerpo / y de todos los cuerpos que una vez amé / aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo, / Para pedir la fuerza de poder vivir / sin belleza, sin fuerza y sin deseo, / mientras seguimos juntos / hasta morir en paz, los dos, / como dicen que mueren los que han amado mucho. “
EL JUEGO DE HACER VERSOS
El juego de hacer versos
–que no es un juego – es algo
parecido en principio
al placer solitario.
Con la primera muda
en los años nostálgicos
de nuestra adolescencia,
a escribir empezamos.
Y son nuestros poemas
del todo imaginarios
–demasiado inexpertos
ni siquiera plagiamos –
porque la Poesía
es un ángel abstracto
y, como todos ellos,
predispuesto a halagarnos.
El arte es otra cosa
distinta. El resultado
de mucha vocación
y un poco de trabajo.
Aprender a pensar
en renglones contados
–y no en los sentimientos
con que nos exaltábamos –,
tratar con el idioma
como si fuera mágico
es un buen ejercicio,
que llega a emborracharnos.
Luego está el instrumento
en su punto afinado:
la mejor poesía
es el Verbo hecho tango.
Y los poemas son
un modo que adoptamos
para que nos entiendan
y que nos entendamos.
Lo que importa explicar
es la vida, los rasgos
de su filantropía,
las noches de sus sábados.
La manera que tiene
sobre todo en verano
de ser un paraíso.
Aunque, de cuando en cuando,
si alguna de esas nubes
que las carga el diablo
uno piensa en la historia
de estos últimos años,
si piensa en esta vida
que nos hace pedazos
de madera podrida,
perdida en un naufragio,
la conciencia le pesa
–por estar intentando
persuadirse en secreto
de que aún es honrado.
El juego de hacer versos,
que no es un juego, es algo
que acaba pareciéndose
al vicio solitario.
Moralidades, 1966.