Tienes los ojos de un azul cansado
y la presencia azul
del navegante que vuelve.
Los atardeceres te recogen
como si fueses la hoja
de un otoño lluvioso.
Desde las orillas de la voz
se derrama tu palabra
y cae sobre el cuerpo extendida,
mientras el corazón duerme
la nostalgia del olvido.
Autor: Lorenzo Saval