Viajeros


Abrir las páginas de un libro por puro azar, y sentir, o imaginar que sus palabras se están dirigiendo a ti.

¿Por qué he elegido hoy este libro de formato especial, de encuadernación exclusiva y papel satinado con páginas llenas de imágenes antiguas de viajes, barcos, trenes, aviones y de «pasajeros», cuyo modo de vida elegido es viajar solos?

Página cuarenta ocho y cuarenta y nueve. ¿Qué significado tiene? No voy a pensar más en ello. Voy a dedicarme a leer y a ver si descubro su mensaje.

Suele pasarme que cuando abro un libro —cualquiera que sea, y ya sea en mi propia biblioteca o en la biblioteca de algún amigo o en cualquier librería a la que no pueda evitar entrar— en cualquier página, me aguarda un mensaje que el destino tiene preparado para mí en aquél justo momento.

Esto me fascina.

Hoy mi viaje ha llegado hasta aquí y he topado con este texto que me acerca al sentimiento del amor, desde la otra orilla.


TEXTO DE LUIS MUÑOZ

Hay pocas sensaciones y pocos estados mejores que los que se viven durante un viaje. Nada como ir de un lugar a otro, sin más compañía que las vueltas de tu imaginación y de tu memoria, y sin más arma que la capacidad que tengas en cada momento de relacionarte con la gente, con el paisaje, con el clima, con las costumbres, con los pequeños hábitos, las comidas, las formas de cortesía, las formas de soledad, los modos de estar con otros…

La soledad del viajero es una soledad llena de estímulos. Es una soledad acicateada, pellizcada. Es una soledad libre.

El viaje ayuda a la introspección, a la inmersión, y, a la vez, uno se puede ver desde fuera. Como si cruzara hasta la orilla de enfrente, se mirase desde allí, y descubriera, con nitidez, y con cercanía, nada de la borrosa lejanía que pudiera sospecharse, perfiles, ángulos, profundidades, que no había imaginado nunca.

Yo soy pocas veces más yo que cuando viajo. Amo estar sin otras coordenadas y sin otra identidad que la que soy capaz de agrupar durante el trayecto.

Decía Elias Canetti que el buen viajero es despiadado, porque viajando los prejuicios se quedan en casa. «Se observa, se escucha, se siente uno fascinado ante lo atroz porque es nuevo».


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¿Qué oculta la mar cuando la noche la viste de plata?

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Despierto bajo cielos donde dormitan brújulas

la ebriedad del salitre entre mis venas.

¿Y si dejara de soñar?

Tus rasgos, el atardecer en tus ojos

del color de la arena

Tu ceño fruncido, y una alarma

encendida en la noche

cuando echas a volar seductora

la vieja mueca para una nueva bienvenida.

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Desde la otra orilla

La mar me envuelve en una nube de borrosa lejanía,

Sin que me hieras.

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@mjberistain


10 comentarios sobre “Viajeros

  1. Un entrada estupenda, que me obliga a dos comentarios separados:
    1) El método de leer un texto al azar lo considero una especie de mayéutica socrática aplicada, yo suelo bromear con un libro de Saramago: «Saramago en sus propias palabras», sobre el cual digo que es «mi» Biblia (incluso lo he hecho en mi blog alguna vez y he pensado en escribir una columna semanal llamada «vamos a misa» –la cual iría los domingos–). Me refiero a que ese libro, compuesto por citas más o menos breves del escritor portugués, me parece tan inteligente que puedo acceder a él por cualquier lado y siempre voy a encontrar un pasaje brillante, un pasaje que me permite aplicarlo a mi propia vida (de allí la broma que me permite tomarlo como si fuesen versículos individuales).
    2) En octubre pasado fui sometido a una intervención quirúrgica de emergencia; me tomé un mes fuera del blog y de las redes sociales para reponerme y durante ese período escribí un libro (casi está completo) sobre el tema del viaje. El fragmento que nos compartes Luis Muñoz es estupendo y tiene el mismo tono de los textos que he escrito por mi parte. Soy un viajero irredento (como bien sabes, hace más de dos años salí de Argentina «para viajar un poco». Pensé que iba a volver al cabo de unos seis meses. llevo casi tres años y todavía estoy dando vueltas…) y lo que expone Luis en su texto es lo mismo que siento yo al observar el horizonte desde una montaña o al pie del mar. La sensación de libertad absoluta y la maravillosa experiencia de la introspección son únicas e irrepetibles.

    Perdón por la extensión del comentario, a veces me cuesta contenerme; sobre todo cuando disfruto tanto de un texto.

    Abrazo viajero.

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    1. Te conozco y desconozco tu nombre. Quiero decir que voy conociéndote a través de tus escritos aunque sobrepases con creces los niveles de conocimiento a los que yo podría aspirar a alcanzar. Pero aquí estoy, sin hacer mucho ruido, disfrutando de los contenidos de tus páginas. ¡Ya lo sabes!. Gracias por dedicarme algunos ratos de tu viaje. Lo agradezco inmensamente aunque dudo que lo merezca, pero me encanta. Gracias por tu abrazo «pasajero»… También me encanta.

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      1. Por cierto, mi nombre es Roberto (mucho gusto) y disfruto mucho de tus textos, así que nada de agradecimientos, que esto es un cálido encuentro mutuo. Hablando de ello, tampoco creo que debas decir «dudo que lo merezca», insisto en que tu blog es un sitio estupendo (te lo dije cuando llegué aquí por primera vez) y lo sigo sosteniendo.
        Sigamos, pues, compartiendo letras, momentos y abrazos, los que, aunque virtuales, saben igual de cálidos.

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  2. Hola María Jesús, a mi también me gusta abrir los libros al azar y leer una frase que, seguramente tiene que ver conmigo. Me ha gustado mucho leerte, y he vuelto para decirte gracias y sí, cuando viajas eres tú misma con el mundo y tu sentido del espacio se agranda y todo lo que nos rodea parece nuevo o recién estrenado… Gracias amiga. Mi abrazo.

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    1. Julie, me encanta saberte por aquí. Me pone muy contenta. El viaje es como encontrarte con tu otro yo, aferrarte a su brazo y caminar juntas haciendo un poco el «loco» y disfrutar de quererte, tal y como eres. Un abrazo fuerte.

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  3. Cuando viajamos los limites del yo impuestos x la costumbre, la urbanidad o la mirada de los otros, se quedan en casa. Entonces nos animamos a usar ese sombrero que en el barrio jamás usaríamos, a beber lo que antes no habíamos bebido a ser del modo que no nos andamos en nuestra vida corriente.

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    1. Mariano, como dices, en esas ocasiones dejamos que actúe nuestro “otro yo”, menos encorsetado por la conveniencia social que nos bloquea muchas veces en nuestra cultura. Adoro viajar y mezclarme en la vida de otras gentes, y dejar que entren en la mía; charlar con ellas, preguntar, escuchar, sonreir si no entiendo algo, abrazar y que me abracen. Gracias por entrar en “mi” casa y por tu comentario. Un abrazo.

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