El ángulo de la luz


Seguí tus pasos
hasta el infierno de los dioses
más puros, no hubo inconveniencia,
me miraban con deleite de voyeurs,
yo llevaba flores en los bolsillos
y almidón en los vestidos.

Sentía el rubor de la culpa
y la voz incendiada de mi conciencia.
Sentía sobre mí el ángulo de la luz
que atravesaba las persianas a la hora de la siesta,
mi cuerpo desnudo capturado por los espejos.

¿Fue renuncia o fue olvido?
¿Qué importa ahora?

Llevo el corazón hilvanado de olvidos
evocan el mapa inconcreto de la sangre
cuando latía errante en noches de pasión
y voces advenedizas.



Origen


Soy del océano que vierte sus entrañas en la madrugada de los cisnes blancos. Del bosque soy, de la ciudad tallada en piedras milenarias, cuando una mujer se sentó a descansar mientras buscaba en sus rasgos el origen del mundo y de su vientre nacieron las generaciones nuevas. Allí comenzó mi vida entre el flujo de la sangre de los muertos aún caliente y el aliento nuevo emanando de la intemperie de los besos. Allí donde se ofreció al mundo la voluntad del hombre que buscó un futuro perfecto para su estirpe humilde.

Alrededor, silencio en el origen.

Soy de la verdad mirando a los ojos de la Madre, de la verdad pura, sin traición, porque no existía en el inicio del tiempo. No existía la miseria, ni la necedad. Todo era un rumor de vida inexplorado; el lenguaje de los pájaros, el arrullo de las brisas, el agua cristalina de los ríos cuando se despegaba la infancia del sueño materno. No había entonces noche. La luz era el brillo de los ojos en los brazos del amor, el despertar de la hierba en el húmedo cosquilleo de la piel de los primeros pasos, como algo natural que quería penetrar en el nuevo ser.

La noche era el titubeo de la niña que quería ser ante la frondosa piedad/impiedad de los caminos nuevos.

Y el miedo, un cielo azul cobalto inclinado sobre el horizonte.


@mjberistain

Barcas


Quería escapar de aquella casa

de incienso y obscenidad.

Las palabras se enredaban en la oscura voz

del hombre por los pasillos,

solo había una ventana de cristales sucios

y los besos le sabían a derrota.

Quería huir de las noches

que asaltaban sus huesos

con el miedo

y hacían crujir los silencios.

No quería dudar de la música

pero la verdad era como una tela de araña

de hilos mugrientos

que atrapaban su inocencia

con el amargo dulzor del vino.

En sus manos solo era una barca mal anclada…



Rumor de horas blancas


¿Dónde hallaron la renuncia los cuerpos?
¿Por qué?, ¿Quién inició el trámite para el desconsuelo?

El mar muerde los pies de los prófugos sin rumbo
ni acantilado al que encaramarse.

El azul del cielo y el azul del mar son una única línea,
un mismo horizonte desorientado
que disuelve el futuro cuando llueve en los mapas de papel.

Dadles la luz de los poetas. Dadles la luz
de los poemas a pocos pasos del tribunal de las noches,
que volverán rumbo a esa infancia desdibujada
y darán marcha atrás a los relojes de arena.

Que un rumor de horas blancas abrigará sus madrugadas.




Esa mujer


Esa mujer
de sol y danza
de canela y de arena,
de ojos de mar
y de alma inquieta.

Esa mujer
que me mira
sin decir nada,
a veces de soslayo,
desde el otro lado
de los espejos.

Esa mujer
que por los escaparates
caminaba deprisa
y pisaba mis pasos
que, a veces, perseguía mi sombra.

Esa mujer
que me mira hoy de frente
desde el color desvaído del papel
cuando abro el baúl de las fotografías.

Quizás fuera yo misma que me buscaba;
siempre en otro tiempo, en otro lugar

lejos de sus tirabuzones rubios,
de las batas blancas
de los tules, de los bailes
de disfraces,
de las clases de costura
y música, de las matemáticas,
de los dictados, de los rosarios
y de las misas, de las excursiones
de los domingos, de los villancicos
de Navidad por las calles,
de los abrazos familiares,
de los días de playa, de los amigos,
de los tazones de chocolate caliente
y del pan recién hecho
embadurnado de mantequilla.

Quizás fuera yo misma
la que se enamoró por primera vez
del color verde del mar
cuando las olas rompían en las rocas
y no sabía cómo explicarlo en casa.

Quizás fuera yo misma
la que imaginaba ser con mi guitarra
y el dolor de los arpegios en mis dedos nuevos.

Yo no pude entender por qué asesinaron a puñaladas
a mi profesor de guitarra cuando cumplí trece años…

Yo era feliz, aunque no sabía que lo era.
No he cambiado nada.
Pero sigo buscando en otro tiempo, en otro lugar,
… cerca de la Casa Familiar.












El bullicio de los años


Llega hasta mí el rumor blanco de las olas
como una sencilla melodía; te busco desde la primera palabra
de mis poemas cuando no habían nacido el azul del mar
ni despertado las galaxias en la mente del universo.

Llega a mí el rumor de los dioses de papel
navegando en el fondo de las aguas en un silencio sepulcral.
Escucho sus rezos por el alma límpida y serena de un mar
inexistente, bello y solidario como un alma arrepentida.

Yo quiero volver al rumor de las aves de mi infancia
parar el curso de la arena en los relojes, esa prisa del tiempo
deslizándose entre los dedos primigenios. Que se pare el amor
en las tibias madrugadas blancas entre los brazos de mi madre.

Solo allí encontré las respuestas a todas las preguntas
que mi alma inocente proponía. Allí resonaba la liturgia enamorada
del Origen, nunca hubo incertidumbre entre las grietas de luz
que habitaban los veranos, y el aroma del jazmín se nos caía de las manos.

La belleza es un lugar donde guardar el bullicio de los años.



@mjberistain
Fotografía La Sagrada Familia


La Mar en mis manos



No sé dónde colocar la caracola de nácar
que acompañó mis ilusiones de niña
cuando arrimaba mi oído a su boca y escuchaba
ilusionada los sonidos de los dioses del mar

Han pasado muchas lunas y he cambiado desde entonces
muchas veces de lugar, nací en la costa, he bebido besos de sal
he echado a volar muy altas mis alas y he dormido
mis sueños azules al arrullo complaciente de sus brisas.

Ahora sé cómo sonreían las olas llegando a la orilla
la ingenuidad de mis juegos fingiéndome su diosa
entre arreboladas espumas blancas. La inocencia
era entre mis manos pequeñas un himno henchido de fe.

Llené ánforas sepultadas en la arena con mensajes
de amor cuando el amor era un canto de sirenas
en el fondo de mi caracola, y el llanto una tragedia griega
que trenzaban con luz las madrugadas en mis pestañas.

Fui un sueño de mujer con corazón de nácar.
Dejé que meciera mi cuerpo el capricho del oleaje entre las algas,
Mi quilla rompieron las borrascas, y desgarraron mis velas
las noches de lunas nuevas cuando yo, inmortal, aún imaginaba el alba.









Más allá del Mar


La madrugada mueve las cortinas blancas
siente un breve oleaje en su cuerpo
y se pregunta ¿dónde estará la playa?

Navega a la deriva,
como un náufrago
que no recuerda de dónde partió ni
hacia qué puerto le llevará la marea.
¿Qué importa?, se dice a sí mismo
amarrado a la imagen del vaivén de sus caderas.

El viento deshilacha las costuras de su camisa.

Más allá del mar, más allá del azul infinito
inventará blancos ramos de rosas como espumas
para ella, y seguirá contando estrellas antes de dormir
en la eternidad imponente de su tiempo.


Texto y Fotografía @mjberistain

Azucarillos y agua


Llevabas los bolsillos llenos de azucarillos
—dijiste que eran para que yo no me cansara—
y una pequeña mochila con un botellín de agua
bien fría, como a tí te gustaba.

Las piedras del camino protestaban
porque, en vez de andar, ibas pegando patadas
al aire para verlas cómo saltaban.

Sabía de memoria el camino
de alrededor de la casa,
los recovecos y las ruinas,
pero iba acariciando contigo
mis sueños de infancia.
Intentábamos juntos descifrar palabras
y figuras de colores dañadas por el tiempo
y por las alimañas, y fechas cinceladas
en los árboles a cuchillo hacía muchos siglos.
Sabía de memoria todos los trucos.
Pero, qué hermoso era el amor
cuando me veía encaramada
a los cascotes de las ruinas,
contigo encima,
para ver más allá de las tapias.

Por el canal se acercaban los patos salvajes.
Un ave blanca llegó hasta ti,
estiró su cuello y las plumas de su culo
se atrevió a robarte un azucarillo del bolsillo
y desplegando sus alas se marchó volando.

Una suave brisa de verano envolvió la explosión de tus risas
y la belleza de nuestra pequeña aventura.


@mjberistain




Ven conmigo


Ven conmigo
hay un sonido lento,
lejano que no deja lugar a la duda,
la vida que empuja la muralla de la alborada.

Es tierna la noche y oscura
atraso las horas del reloj
para escucharte adentro,
mar de mis ensueños
antes de que nos persiga
el día por las playas calladas.

Mar solo
de espumas dulces sin testigos
de esos besos que se escapan
y que vuelven con el sabor de la sal
entre los labios,
jugando por la orilla enamorada.

Son las tres de la mañana
la luna está traspuesta
pensará que nadie la está mirando
el amor es lento y la soledad inmensa
tu y yo solos en el sueño
y en la eternidad de sus entrañas.




Amor que mata


Esa luz del amanecer tan pura me da miedo,
llueve, pero hoy creo que es un error del universo
todo tan puro, tan absolutamente hermoso…

Siento el aliento del desapego
ulular entre sonrisas saciadas de pétalos
y espinas en el jardín saqueado.

Debe de esconder algo así como
la punta de lanza de un amor que mata
con afilado instinto de posesión.

Temo la lluvia y su huella indeleble
que se deshace en la arena y esculpe la roca,
lluvia que hiere, hasta ablandar el limo.

Temo la lluvia que se fosiliza
sobre las sienes de los relámpagos;
con su hiriente belleza quebradiza.


Gracias por existir


Gracias a Mitxel Casas por hacer que este programa de Cultura y Música llegue al mundo como un centro de conexión entre amigos. Gracias por tu voz y por consentir que la poesía, la música, la amistad y el amor invadan las redes de emoción.


Missa Brevis k65




Si supiera cómo hablarte
del largo viaje de mis sueños
cuando Mozart se descuelga
de los árboles por los canales 
con el dobladillo de su casaca
descosido

y yo navego por los siglos
con mi sombrero de paja
en una barcaza de ilusiones
de infancia. Si escucharas
cómo suena el viento
cuando no dice nada.


Esta noche


Dibujaré tu dolor en los cristales
mis manos desnudas,
húmedos mis dedos
dibujaré
con gotas de lluvia la tristeza
de los pájaros sin primavera.

Porque esta noche he oído
el rugido de los dioses
por los glaciares
la voz ronca de los robles
alertando al fuego
y la furia frutal de los vientos
llorando
por las mejillas del universo.

Había un humo distante a lo lejos
como un tren que nunca se sabe
si se va o si vuelve.

Por eso dibujaré tus lágrimas de luna
esta noche en los cristales.






Sal de Amor


Sal de amor y bruna arena
la casa encendida
me he sentado en el hueco de la ventana
para verte venir desde lejos.

Ese viento que te trae…
ese viento que traes a tu espalda,
ese viento que renueva la flor de los jazmines
cada mañana y arranca belleza de los
más sórdidos sonidos de la quincalla.

Quise construir muros altos; altas torres de babel
con las más bellas palabras
y alguien me gritó que no servirían para nada.
Quise hacer crecer tus sombras en la arena,
perseguí la luz del salitre en las altas cimas
de sus espumas
y el mar me llevó mar adentro con su resaca.
Quise construir castillos de piedras finas
en tus pestañas, y el viento se amotinó
en mi cintura con cítaras y luces de estrellas caídas,
y el mar y la noche me envolvieron en su negrura.

Temía que ocultaras terribles zarpas a tu espalda…


Un minuto a la deriva


Un minuto a la deriva…

Te escucho en la distancia
y tiemblo en el vacío
eres como el fruto de un veneno
con corazón de lirio.

Un minuto a la deriva…

Recuerdo tu roce como un trote de palomas
dibujando paisajes en mi espalda
con las alas llenas de lluvias tiernas.

Un minuto a la deriva…

Llévame lejos, amor
por el camino intacto de la nieve
al instante escrito sin palabras
en las  heridas del silencio.

Un minuto a la deriva,
dame un minuto, amor, solo un minuto
a la deriva.


@mjberistain
De mi poemario «Apuntes de Salitre»

Imagen: ArtQuid

Confluencia


Si no fuera porque aún te espero
amor, clamor de huesos
belleza táctil, belleza al fin,
no osaría estío más sincero,

Llevo un sudor de muerte
en el pelo, nacido a la orilla
del atrevimiento,
donde los peces brillaron
alguna vez contigo
perdidos entre versos,
tiemblo entre los cristales
que miran al vacío y no te veo,
amor,
y no te siento en la distancia
porque hay una inmensa realidad
que no entiende de futuros
fatuos,
y no hay descanso en la inquietud
del universo cuando las borrascas
embisten la bosquedad de los inviernos.

Movimiento lunar, preludio sereno
del océano donde perdí las palabras
más bellas que escribió
la confluencia de nuestros cuerpos

¡Ay amor que te mueves
entre las pausas del deseo…!



No sé


Dormitan brisas la comisura de tus labios,
rotunda inconsecuencia
mía la de mirarte cuando estás dormido

porque un sobresalto de pájaro
plateado irrumpe en dulce danza
como un cualquiera en mi alcoba
a la hora tardía de los sueños,
y no sé cómo explicarte

que no hay nada más extraño
que el lacerante extravío
de seguir anhelando nuevas lunas
y alas de luz para el destierro
de camino al paraíso de tus besos.


@mjberistain




Llamaradas


Llueve afuera como si fueran fuentes
derrochando imágenes salpicantes
entre nerviosas risas de chiquillos
que juegan a mojarse entre visillos.

La ciudad sigue sumergida en un silencio azul
asoman lazadas de tristeza a las ventanas,
encubriendo el sol su tibieza entre rayos de tul
¿calentará de vida madrugadas cercanas?

El frío se agarra como corteza de cristal,
mas, la esperanza ¿será rémora o derrama
en jardines de rocío, manantial mineral,
que estallará en llamaradas de amor como arma?


@mjberistain
De «Juegos de interior»


Juegos de interior


Observo tu instante, siento en mis dedos
la urgencia de apresarlo entre latidos
alquimia de máscaras y mentiras,
te daré mil besos tras las cámaras

Aleja de mí la mirada, deja
caer el borde de tu blusa vieja
en la solemnidad de tus secretos
seré furtivo cazador de espejos

que no te reconozcas si te admiro
en la belleza del deseo puro
hacia el norte de tu espalda silente
dignidad de amor que nada desmiente.