De nuevo Noviembre

 

Sobreviven las flores rezagadas
del otoño, y de nuevo noviembre
y las manos cortadas por la bruma

Yo, solo soy un soñador aislado
en el cobijo de un corazón sin ley

Tu, viajero de besos vaciados
en la maleza urgente de caricias

Siento de nuevo el miedo en la sangre
de no escuchar de tus labios mi nombre…

@mjberistain


 

Noche sin sombras

 

La noche avanza
como una inquietud
contra los muros del poema

La vida se la juega
en el oscuro ventanal
de la inocencia

Ser hilos de luz
en el desmayo del exilio
frente a frente

Escalar el viento
ahora, salvajemente,
por sus crines de musgo

Rasgar las enaguas
finas del papel
su culpable transparencia

Arder en el miedo del amor
huérfanos
en la noche sin sombras

@mjberistain

 

Ha rolado el viento a Norte

Ha rolado el viento a Norte,
en estos tiempos ya uno no sabe
si cambiar de máscara o cambiar de piel,
si volver a la casa que habitaban
pretéritos distantes o desertar
con un solo puñado de luz entre las manos.

Unas décimas de segundos antes
todo era distinto, liviano entonces
seductor como el brillo de una mirada
desnuda dialogando sin palabras
porque no eran precisas para entenderse.

Decía el poeta que…
«toda belleza esconde sus trampas…»

@mjberistain
de mi libro «Cuerpos Acantilados» 2021


Armonía

 

Respiraban los montes. Entraba la luz suave desde el jardín

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La quietud engañosa se movía invisible germinándolo todo,
madurándolo todo…

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Sin que apenas los labios se moviesen, le dije a esa luz:
quedar aquí o allá, pero donde se siembre la armonía…

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¿Hacia dónde miráis —nos pregunta la Orquídea—, si no es hacia la Luz?


 Palabras del Libro de la mansedumbre, de Antonio Colinas
Fotografía MJBeristain


Tú eliges

 

Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio.

A. Pizarnik

 

Tiemblan las madrugadas entre las sábanas del silencio.
No sabrás nunca que me abrazo al vacío como un náufrago
cuando solo se escucha el rumor de las telarañas por los rincones,
mientras tejen con finos hilos las cadenas que te atan a mi soledad.

Te diría que la noche ha estado llena de rostros ausentes.
Delicadamente levantaban la máscara de oro de Tutankamon,
y no pude atreverme a mirar al fondo del hueco de sus ojos
donde soñé que aguardabas, en la locura del lenguaje más impuro.

Que ya no siento sed cuando miro al mar,
que entre las rocas solo queda el fulgor de un sol que muere
y el estruendo de la música de las algas
cuando se acaba otro día más sin saber de ti.

Un velero vuelve despacio, como si un corazón regresara
cansado cada tarde a casa.

Te diría que ya no siento sed cuando oscurece
porque sé que las fuentes se apagan por las noches.

No sé si tú volverás pero ya ese futuro no me importa,
me quedan tus vocales encendidas bajo la paz de mis párpados,
el oscilante cuerpo del amor en el que te recuerdo,
y aquel fuego en el fondo del miedo al mañana que ocultábamos entre los besos,
y que se cuela ahora entre el polvo de luz por las persianas.

 

@mjberistain


 

 

La fuente

 

Hoy no puedo escribir…

—Pues…, qué es usted?.
—Yo, poeta.
—Pues, es usted un fantasma.

Verterse en el verso, ser otro allí. Verse en el verso igual que en un espejo: el mismo y distinto, ajeno, extraño, raro: in-verso…

«Ángel González»

 

La vi a lo lejos sentada en un banco de la ciudad, pensativa, ausente del ruido que rodeaba a la plaza. El día parecía no haberse despertado todavía, su luz era lechosa, algo así como cuando las fotografías salen con los bordes blanquecinos, «desenfocados».  Apenas se movió durante los minutos que tardé en acercarme lentamente a ella, pensé que quizás fuera una de esas estatuas de aspecto real que últimamente he visto dispersas por las calles de cualquier ciudad. Mujer de piedra o de bronce, llegó un momento que ya me daba igual.

Aquella mañana de sábado yo caminaba sin rumbo fijo, sin prisa, sin nadie que me esperara para darme un abrazo de buenas noches al final del día. Me sentaría a su lado. No tenía muy claro si era ella la que necesitaba de alguien para compartir su nostalgia o era yo la que deseaba que me escucharan….

Mientras, las fuentes repetían su alegre letanía.

@mjberistain


 

 

Rezo

A cuatro pasos de esta silla de plástico marrón donde me siento, delante de una taza de café a la que me ha invitado un hombre negro que vendía collares y pulseras por la calle, nada tiene que ver con lo que cada uno de nosotros quisiera ser…

La silla quisiera ser un Chester de cuero, la mesa, estar cubierta de un precioso mantel de lino bien planchado, el negro un blanco sentado a mi lado, la señora que escribe desde hace rato en una pequeña libreta, probablemente, la novia de su amor cuando tenían veinte años. Y yo…

El país está inmerso en una ola de calor al que llaman extremo y por todas partes se oyen ecos de recomendaciones de radios, televisiones, megafonías de playas «etcétera», de que procuremos no salir de casa en las horas del mediodía que es cuando las temperaturas pueden alcanzar su mayor nivel y puede ser peligroso exponerse a un «golpe de calor» que puede llegar a ser mortal…

Yo no tengo casa. He llegado a este país después de años de luchar en el mío por encontrar unas mínimas condiciones de bienestar para poder ofrecerme a la persona a la que amo desde mi infancia y formar con ella una familia. Mi sueño solo es ese. Dar de comer a mis hijos y darles una educación y que puedan ser aceptados como «seres humanos» y ciudadanos del mundo.

Me he sentado en una silla de plástico de cualquier lugar al que he llegado exhausto porque no quiero volver a sentarme en el suelo, a mendigar a los pies de nadie. Quiero ser util, uno más, en el globo terráqueo. Dar lo mejor de mi en agradecimiento a estar vivo. Solo eso.

A mi izquierda hay un árbol, joven, tieso, sin apoyos, como yo. Lo observo. Está frondoso y sus hojas las mece la suave brisa del suroeste. Lo envidio. Cómo ha conseguido hacerse con un espacio público en esta sociedad tan regulada y exigente?

Pienso en mis hijos que todavía no han nacido. Y sueño en ser el tronco, ahora jóven, que les dará una vida aunque sea con fecha de caducidad…

Por qué estoy aquí, Dios?

Algo me has encomendado y lo voy a cumplir.

A cuatro pasos de esta silla de plástico en la que sigo sentado, hay una pequeña carretera. Su tráfico es espaciado y lento. Alrededor de mi se oyen voces en voz baja. Me lleno de brisa y de silencio, del azul de un cielo neblinoso que no había conocido hasta hoy y respiro a fondo el cercano olor a salitre de un mar que ha dejado de ser una amenaza o un precipicio mortal.

Rezo.

No sé si el Dios de este continente entenderá mi plegaria.

Solo quiero agradecerle este momento de quietud y esperanza.

@mjberistain


 

El llanto de la loba

Se quedaron helados los pétalos
de las flores del jardín.
Como una dama solitaria
en dulcísimo sueño
yace su florecer en el silencio.

Sobre el asfalto hay sombras
de sangre y lunas rotas.
Adentro, se escuchan tristes
melodías de Chopin
empañando el aire por los espejos.

Se han desatado los miedos al alba,
como perros desbocados despiertan
de sus jaulas con ofrendas
a las reinas de las brumas.

Muy cerca llora la noche una loba herida
entre incandescentes cenizas.

@mjberistain


Leer enseña a pensar.

Deseo incorporar a mi blog las palabras de LOLA VELASCO
que he encontrado en su blog amanececadadia.com

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Es de todos bien conocido que leer aporta múltiples beneficios. Muchas generaciones hemos dedicado horas de ocio a la lectura y hemos aprendido en la escuela a través de los libros de texto. Leyendo se aumenta el vocabulario, se mejora la ortografía y la expresión. La lectura proporciona modelos de expresión lingüística y potencia el pensamiento y la reflexión dotando al lector de nuevas visiones y conocimientos.

Cuando los niños empiezan a leer consiguen en el primer escalón una lectura mecánica que será una herramienta básica para el posterior aprendizaje. A medida que avanza su control y la velocidad lectora empiezan a desarrollar en paralelo la comprensión indispensable para el estudio de los contenidos de otras materias. Sin una buena comprensión lectora no hay un buen aprendizaje. Un buen lector tendrá éxito en la asimilación de la información. Indiscutiblemente cuando se adquiere la capacidad de comprender y asimilar lo que se lee se entra en la fase de la reflexión, a través de la cual desarrollamos un criterio y emitimos un juicio. En definitiva, hemos aprendido a pensar sobre contenidos desconocidos, sobre otras visiones y vivencias distintas a las nuestrasSomos más independientes y menos manipulables porque somos capaces de reflexionar sobre los hechos a través de variadas fuentes de información desarrollando un criterio propio. Leer enseña a pensar.

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En la actualidad se  observa que las nuevas generaciones de niños y jóvenes, que ya son nativos informáticos, carecen de hábitos de lectura y son fácilmente manipulables. Obtienen la información usando las nuevas tecnologías, así como las incluyen en sus tiempos de ocio. Las redes sociales proporcionan un intercambio de opiniones a debate y Google se convierte en la fuente del conocimiento, es el maestro Google, el médico, el farmacéutico o el terapeuta Google. Los libros pasan a un plano muy secundario y en raras ocasiones constituyen un divertimento. Las nuevas pedagogías obstaculizan el esfuerzo que requiere la lectura porque tienden a sustituir  los libros de texto impresos  por contenidos virtuales de los mismos para hacerlos más  atractivos, potenciando la interacción por encima de la lectura individual y reflexiva mediante la cual se internalizan los conceptos. Es necesario encontrar un punto de equilibrio y proporcionar a los niños y a los jóvenes momentos en la escuela y en la casa para que lean y se habitúen a la lectura sin demonizar por ello el uso controlado de las nuevas tecnologías.

 

Un libro nos pone en contacto con escenarios y culturas diferentes. Cuando leemos una novela se despierta nuestra creatividad, imaginando y anticipando los acontecimientos. Nos sorprende, nos intriga, emociona y revive en nosotros deseos, emociones e ilusiones. Una novela es una aventura en la que nos fundimos es sus personajes y vivimos ávidamente su historia. Leer también nos aporta conocimiento e información y tras ello las reflexiones pertinentes mediante las cuales formamos nuestro criterio. A través de la lectura liberamos nuestra mente y desarrollamos una visión más amplia y compleja de la realidad basada en una percepción  propia.

Con mi agradecimiento y respeto.


 

La fugacidad de las pasiones

 

Quizás no supo ver más allá de las miradas,
es posible que la niebla ocultara la ambición
de un corazón de esposas muertas

y dejó sobre la tierra, encharcadas,
bridas de oro bordadas con hilos de seda
salvajes caballos alados de color blanco
arcos iris fugaces y aires de verano

el tiempo emborronaría los sueños
los lugares, las alegrías y las pasiones
las farmacias que permanecían
abiertas las noches de camas vacías
y el papel de las paredes que ya no servía
para escribir cartas de despedidas.

@mjberistain


 

 

 

 

Abrazos abandonados

Llevo una herida que no sangra
A veces duele dulcemente
cuando me miro a los espejos
y pienso que la vida es solo un capítulo
breve de algo que nadie entiende,

A veces duele sin compasión,
tiñe el día con el color plomizo
de las bombas agazapadas
entre las ruinas de la memoria
y se hace difícil respirar.

Llega otro amanecer batiendo aguas
niños solos, mujeres, hombres
que lamen las costas, las rocas
las playas ajadas de sol y soledad.

La muerte acecha y jirones
de banderas ondean lacias
por los pasillos
y los salones en fiestas de guardar
entre baúles y ataúdes de abrazos abandonados.

@mjberistain
Fotografía: clasesdeperiodismo.com


¿Tienes cosquillas?

La pregunta no era tan tonta, ahora me doy cuenta.

Han pasado muchos años desde entonces. El solo hecho de recordar estas palabras, y de recrearlas en la voz de aquel niño que vivía al lado de la casa de mis padres, me hace sonrojar de nuevo, como entonces, y que la sensación de pequeñas hormigas alborotando todos los recovecos de mi cuerpo vuelva a mí con unas ganas de reír locas e imparables…



Ayer tuve la suerte de asistir a esta «ceremonia» que me cautivó y no pude evitar admirar y disfrutar, con todo mi respeto y cariño, del momento que me ofrecieron estos niños.


Yo sigo creyendo en este amor, en la atracción natural de dos criaturas que sienten una especie de cosquilleo en su interior, un fuerte deseo de estar uno junto al otro, esa rara emoción a la que no saben dar nombre y que no tardarán mucho en escribirla en letras mayúsculas…


@mjberistain

Libera-me

 

Se llenaron los espacios diáfanos
de dudas y de incertidumbres, todos.
Sonoros pasos arrastraban flecos
deshilachados de fidelidades,
de tatuajes tiñendo el negro pulso
tembloroso de los honorables.
de trompetas acallando las voces
desde los flancos anticlericales.

Y el silencio sonó casi como dolor
y desconsuelo poderosos.

Qué triste de tanto sentir
darse cuenta de que nada tiene sentido
y plegarse a la puerta entreabierta del amor
envejecido,
si lo que quisieras
es descerrajar las pestañas que ocultan
con obscenidad miradas impúdicas
por los pasillos
como actrices de una ópera no solemne
—de sainete—
en el delicado laberinto de pasiones
y partituras de alas rotas.

@mjberistain


Nota:
El título de este poema hace referencia a una parte de la Misa de Réquiem de Verdi.

 

Llorar entre las flores

El viento voraz y la lluvia
anegaron el paisaje posible.
Asoma una naturaleza muerta
de escombros y huesos desnudos
entre el barro del duelo.

Racimos de ternura tibia
cuelgan lacios tras los cristales,
húmedas sombras de sauces que peina
con pulso desgarrado el extravío
letal de la memoria.

«Llorar entre las flores»
atravesar las áridas palabras
del desengaño
y olvidar las voces ávidas
de tantas noches
cuando, muriendo, soñaban
«el jardín al otro lado del río…»

@mjberistain


Nota: los versos entre comillas son de Alejandra Pizarnik

El idilio de la piedra

Hacía menos frío frente al mar que a su lado.

Salir al aire de la noche era un quejido

valiente, con la cara lavada por el tiempo,

un gesto absurdo abrirse al encuentro de caricias

bajo luces de neón

mientras desde el fondo de las tristezas brotaban

los ecos de voces de vidas también robadas

en páginas de los diarios de la mañana.

Solo el idilio de la piedra,

y la marea cristalizando su deseo.

@mjberistain


 

Bécquer llora

 

Gracias a la vida por la Paz compartida.


Hay un desorden de sueños lacios
enredado en su pelo,

Las golondrinas están quietas
y afuera, está Bécquer llorando.

La lluvia no cede,
mancha el paisaje de bruma
y un cielo sin luz se desborda
en las miradas sin rumbo

Licor de luna y cerezas impuras
transitan la sangre y cubren
de ácidos óleos los desnudos,
detrás de las sonrisas
se oculta el temblor de los labios
y cae la Paz del crepúsculo
como una dama enigmática,
turbadora, en un silencio confuso.

 

@mjberistain
imagen MJB sobre escultura de Chillida

 


Escribo para ser diferente

Con mi agradecimiento a Santiago Pérez quien en su día, a propósito de este tema,
me ofreció este link cuyo contenido hoy repaso y deseo compartir. 

http://www.revistaminerva.com/articulo.php?id=400


El escritor, traductor y crítico zaragozano Félix Romeo reflexiona en un texto autobiográfico en torno a sus inicios en la escritura y los motivos que le llevaron a dedicarse a ella.

Escribo para ser diferente.

Empecé a escribir porque era diferente. Empecé a escribir porque quería ser diferente. Nadie quería ser escritor cuando yo decidí ser escritor. Recuerdo a un niño que quería ser dentista y a otro que quería ser mecánico. Tenía doce años. No conocía a ningún escritor. Nunca había hablado con un escritor. Había leído a Rimbaud. Había leído una biografía de Rimbaud. Había leído los manifiestos dadaístas y El hombre aproximativo de Tristan Tzara. Siempre había leído. Había leído los libros de Enid Blyton. Había leído los siete secretos y los cinco. Había leído otros libros que no eran de Enid Blyton pero lo parecían, como los de los tres investigadores.

Y, antes de que supiera leer, mi madre me leía cuentos y me contaba historias que yo entendía a medias: historias de su pueblo, Castejón de Tornos, Teruel, junto a la Laguna de Gallocanta, que para mí estaba tan lejano como Tokio; historias de estraperlos; historias sobre la obstinación de los burros, sobre todo cuando hacía un frío del demonio y al parecer lo hacía siempre; de los maquis y sus razias; historias del azafrán y la dificultad de conseguirlo; historias de los carnavales secretos de la posguerra, con ensabanados y rondas; de las cartas de amor que le enviaba mi padre… personajes abandonados en mitad de la nada que trataban de escapar no se sabe de dónde ni cómo. Unas historias que luego leí en Agota Kristof.

Quería ser un escritor porque era diferente y quería ser un escritor de los diferentes. Digo escritor, pero lo que yo quería era ser un poeta diferente. En 8º de EGB fabriqué mis primeras plaquettes fotocopiadas. Las destruí poco después porque me daba vergüenza escribir tan mal. Ahora puedo decir que en esas plaquettes está lo mejor que he escrito.

Quería escribir para robarle la máquina de escribir a mi padre, su más precioso tesoro: la cuidaba con esmero y no nos dejaba tocarla. Thomas Mann escribió un ensayo en el que hablaba de la gran cantidad que hay de escritores huérfanos de padre. El padre de Truman Capote desapareció y el padre de Alejandro Gándara se fue sin dejar rastro y el padre de… Mi padre era huérfano de padre, huérfano desde los dos años, pero a él se le pasó la vez y el que se hizo escritor fui yo. Huérfano heredero. Aunque mi padre escribía a máquina todo el tiempo: su Olivetti gigante con forma de ballena. Mi padre escribía informes sobre sus servicios de policía y sobre el tráfico y sobre las incidencias del trabajo. Tenía unas hojas de calco y guardaba copia de todo lo que escribía.

Me hice escritor para robarle esa estupenda máquina de escribir. Me hice escritor para consumar un incesto raro. Mi padre me puso una condición para poder usar su Olivetti: aprender mecanografía perfectamente… una práctica que él, que escribía sólo con dos dedos, no conocía. Quizá pensaba que yo no conseguiría escribir a máquina, pero pasé el verano de mis trece años sacrificando la piscina y aprendiendo a escribir a máquina en una academia con un calor sofocante: asdf ñlkj etcétera. Así rendí a mi padre y le quité su bien más preciado. Truman Capote escribió algo sobre la mecanografía y la literatura, y es posible que, pese a su afirmación, se trate de ramas de la misma actividad. Durante un tiempo tuve que usar la máquina siempre en la mesa del comedor, bajo vigilancia, y guardarla siempre en su maleta. Mi madre cosía en su máquina de coser y yo escribía en mi máquina de escribir. Unos meses más tarde llevé la Olivetti ballena a la mesa de estudio de mi cuarto.

Tenía catorce años y escribía poseído. Escribía todo el tiempo. Nunca he vuelto a escribir de esa manera y cuando escribo deseo poder volver a escribir así alguna vez. Febril. Enfermo. Escribía poemas. Escribía minúsculas vidas imaginarias. Escribía obras de teatro. Era diferente y quería ser un escritor diferente. Leía a Beckett, y mis obras de teatro querían parecerse a Esperando a Godot. Leía a Jack Kerouac. Leía a Henry Miller, al que había llegado siguiendo a Rimbaud, un camino excéntrico. Leía a Joyce, pero las piezas más raras, Poemas manzanas. Leía solo. Escribía solo. Entonces yo era el único escritor. Rey soberano.

Aunque quizá leía más solo que escribía solo, porque entonces publiqué mis primeros poemas en una revista. No guardo ni un ejemplar. Me avergonzaba esa revista, sabía que estaba mal hecha, que era cutre… y aunque sabía que la revista estaba mal hecha y que era cutre, me sentía feliz porque publicando en esa revista que me avergonzaba me convertía en escritor. Nadie lo sabía, pero yo había cruzado una línea y ya no podía volver atrás. Recuerdo el nombre de la revista.

Escribo porque tengo miedo: antes cuando tenía miedo me metía debajo de la cama. Escribo para levantarme cuando quiera. Escribo para acostarme cuando quiera. Escribo para imponer mi versión de los hechos. Escribo por envidia. Escribo por fascinación. Escribo para ser feliz. Escribo para ganar dinero. Escribo para saber cómo escribo. Escribo para que se publique lo que escribo. Escribo para seducir. Escribo para ser apreciado. Escribo para existir. Escribo para ser visible. Escribo para despertarme cada día en un lugar del mundo. Escribo para que me insulten. Escribo para seguir vivo. Escribo para no matarme. Escribo para saber lo que pienso. Escribo para mentir. Escribo porque soy feliz. Escribo para pedir perdón. Escribo para no pedir perdón. Escribo porque cuando escribo no vivo. Escribo para vivir más tiempo. Escribo porque me lo piden. Escribo porque no me reconozco en las fotografías. Escribo porque quiero dar mi versión de la historia. Escribo porque en mi escritura sólo mando yo. Escribo porque me gusta escribir. Escribo porque no sé conducir. Escribo porque soy vanidoso. Escribo para perder el sentido. Escribo porque busco el sentido. Escribo como el cultivador de champiñones: con los pies enterrados en mierda y con la certeza de que el producto no es un manjar. Escribo como el pescador de un barco congelador. Escribo para follar. Escribo para respirar. Escribo para no tener que escribir. Escribo para mirar todo y todo el tiempo. Escribo para recordar. Para recordarme. Para volver a alcanzar ese estado febril. Febril y fabril. Escribo por insatisfacción. Escribo por venganza. Escribo por remordimiento. Escribo para confesar mis pecados. Escribo para esconder mi vergüenza. Escribo para reírme. Escribo porque me da miedo el fuego.

Escribo porque tengo algunas historias viejas que contar. Las que me llenan la cabeza ahora sucedieron todas antes de que cumpliera veintiocho años: la de un asesino que mató a su mujer y con el que compartí celda en 1995 en la cárcel de Torrero de Zaragoza, que ya ha desaparecido, demolida por la piqueta; la de una loca, prima de mi padre, a la que visitamos en un manicomio de Valencia en el verano de 1975; la de unos curanderos de Petrel, Paco y Lola, que visitamos cuando mi abuela Rosario había sido desahuciada por los médicos.

Mi padre me cedió su máquina de escribir. Y una vez que se la arrebaté ya no podía cambiar: tenía que escribir y tenía que ser escritor. Ahora, más que diferente, me siento extraño.

Las matemáticas, esa ciencia inexacta…

 

Existen números en mi alma
que todavía no comprendo.
A.Gamoneda

 

Esa cereza que has puesto
con tu boca en mi boca
se ha convertido en
letras y números que deslíe mi saliva
y con sus quebrados y barras y paréntesis
me recorren como himno radiante,
íntimo vuelo de gorriones,
olas tumultuosas saltando por encima
de todos los riscos y los escollos
de las matemáticas.

Clara Janés (De el nudo de los vientos)


 

Qué extraño!

 

Cerrar un libro es como quedarse un poco huérfano,
Se cierra un libro y se abre en la conciencia un nuevo tiempo vacío, íntimo, de repaso.
Por eso vuelvo a los orígenes, ya nada me retiene… MJB

 


 

¿Quien no estuvo sentado con miedo ante el telón de su corazón?

Cierto que es raro, no habitar más la tierra,
no usar ya las costumbres apenas aprendidas,
y a las rosas, y a otras cosas a su manera prometedoras,
no dar el significado de porvenir humano;
no ser ya lo que se fue en manos de infinita angustia
y abandonar hasta el propio nombre como un juguete destrozado.

Extraño, no seguir deseando los deseos. Extraño,
ver que todo lo que se amaba aletea tan suelto por el espacio.
Y el estar muerto es trabajoso
y lleno de repaso, hasta que poco a poco
se rastrea algo de eternidad…

 

R.M.Rilke (Elegías de Duino)