ENCUENTROS EN EL CAFÉ

CONVERSACIONES CON MI MAESTRO


Descubro, gracias a mi amiga Azurea a María Negroni.

Y me fundo en una especie de inquietud o vibración del espíritu que me lleva hasta sus letras. No he leído nada de ella, todavía. ¡Qué importa!. Me estoy haciendo una idea (leve) de su forma de pensar, de su actitud ante al vida, que aprecio de forma sostenida mientras leo algunas de las entrevistas publicadas en periódicos argentinos.

Me invade una sensación de que no sé nada, de que el mundo es algo infinito difícil de descubrir. Y me rompo en una especie de desolación mientras suena una música épica que siento que me hace daño.

Lo sé, pero vivo sin comprender que soy un minúsculo grano de arena… al albor de horizontes oceánicos…


Es la hora en la que los objetos pierden la consistencia de la sombra que los acompaña durante la noche y gradualmente re-adquieren colores, pero parecen cruzar mientras tanto un limbo incierto, levemente tocado, recién respirado por la luz; la hora en la que uno está menos seguro de la existencia del mundo.

ABSTRACCIÓN – ACUARELA

DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE – ARACELI GARCÍA


Hay creaciones que no buscan representar nada externo.
Surgen como un reflejo de lo que no siempre sabemos nombrar.
Cuando dejamos que la mirada se pose hacia dentro, los gestos se vuelven más lentos, la atención se expande, y la obra se convierte en un espacio de silencio.

Caminar hacia adentro
En la abstracción, no seguimos un mapa.
Cada mancha, cada textura, es una señal que se revela en el momento.
No hay prisa por llegar a una imagen final.
Solo permanecer en ese diálogo íntimo
entre lo que sientes y lo que aparece en el papel.

“El color es un medio para influir directamente en el alma.” — Wassily Kandinsky

El papel como lugar de encuentro
Es en el papel donde cada elección habla de ti, incluso las que parecen pequeñas.

El tono que suavizas, la mancha que decides no borrar, la frontera que dejas difusa para que respire.
En cada una de estas decisiones se revela tu manera de mirar.
No como un gesto aislado, sino como parte de un lenguaje propio.
Y, sin darte cuenta, la obra se convierte en el lugar donde vuelves a ti.
No importa si alguien más entiende lo que ve.
Lo esencial es que, al mirarla, reconozcas en ella una parte de ti que antes no tenía forma.


En el estudio, hay momentos en los que no quiero pensar demasiado.Preparo el papel, la acuarela, la tinta… y dejo que el agua tome sus propias decisiones.En esos instantes, la mano no empuja, acompaña.La forma aparece en el movimiento del pigmento.La línea, si llega, lo hace después.

No se trata de forzar un resultado, 
sino de observar cómo interactúan, 
y desde ahí decidir el siguiente gesto.

instantes que solo se viven desde dentro.

Hay momentos que vivimos desde dentro. La mesa preparada, los botes de agua quietos, la luz entrando suave…Y de pronto, una gota de tinta toca el papel húmedo y empieza a expandirse como si supiera exactamente a dónde quiere ir. En ese momento, no somos nosotros quienes guiamos. Es la materia la que propone, y nosotros respondemos. Cuando la obra te dice por dónde seguir Dejar que los materiales interactúen por sí mismos es una forma de escuchar. El impulso creativo no es una idea repentina que llega de la nada: es la respuesta a lo que sucede delante de ti.
Es un diálogo sin prisa, donde la observación y la acción se alternan.

Espacios que invitan a mirar más allá Ver vídeo.

Trabajar así enseña a no querer terminar demasiado pronto. A mantener la frescura de lo que está vivo en el papel, sin cubrirlo todo. A aceptar que a veces, lo más poderoso es lo que no se ha tocado.


Imagen de portada @mjberistain

QUÉ ES UNA MANCHA EN ACUARELA?

DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE – ARACELI GARCÍA



Hay ejercicios que no comienzan con una línea, ni con una figura clara.
Comienzan con una mancha. 
📌 ¿Qué es una mancha en la acuarela?
Una mancha no es un error ni un accidente.
Es el principio de algo que aún no tiene forma.
El agua se desplaza sobre el papel arrastrando el color, expandiéndose sin un plan. 
Solo si aprendemos a observar, empiezan a aparecer posibilidades.
Trabajar de esta manera no significa improvisar.
Significa abrir espacio a la intuición.
Pintar desde la mancha es aceptar lo incierto, dejar espacio a lo inesperado



¿Qué aprendes cuando pintas desde la mancha?
Aprendes a observar sin intervenir demasiado, identificar los límites que empiezan a insinuarse y decidir con precisión qué reforzar y qué dejar en suspensión.
También entrenas la sensibilidad para intervenir solo cuando es necesario.
Resumiendo:
✔️ Observar una mancha sin juzgar, dejando que la forma empiece a revelarse sola.
✔️ Identificar posibles figuras a partir de los bordes, contrastes o acumulaciones de color.
✔️ Desarrollar una mirada intuitiva y flexible, capaz de ver antes de decidir.
✔️ Aprender a detenerse a tiempo, para mantener la frescura y evitar sobrecargar la imagen.


Imágenes de Araceli García

FRACTALES

DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE


¿Qué son los fractales y cómo crearlos?
Al observar con atención una mancha de acuarela sobre papel húmedo, podemos descubrir patrones delicados que recuerdan formas naturales como ramas, raíces, cristales o nervaduras de hojas.
Estas estructuras, conocidas como fractales, surgen porque el agua fluye de manera irregular y lleva consigo el pigmento, creando bordes, caminos y texturas que se repiten a diferentes escalas.
Aunque parece algo complejo, los fractales aparecen constantemente cuando permitimos que el agua y el pigmento interactúen con libertad.
Existen técnicas sencillas que podemos usar para potenciar estos efectos y crear patrones fractales de manera consciente.
Por ejemplo, espolvorear suavemente unos granos de sal sobre una capa húmeda de acuarela es una manera fácil de crear fractales. La sal atrae el agua hacia sí misma, generando pequeñas ramificaciones y patrones cristalinos al secar.
Otras técnicas útiles son dejar caer agua limpia sobre una capa ya pigmentada, lo que genera bordes fractales y figuras naturales, o inclinar ligeramente el papel para que el agua forme caminos espontáneos.
Explorar estos métodos es aprender a dialogar con el material, respetando sus tiempos y disfrutando el proceso de descubrir formas nuevas en lo inesperado.📌 Sobre cómo “escuchar” la mancha para intervenir después:
Escuchar la mancha es detenerse antes de actuar. Es mirar sin prisa, dejando que algo empiece a hablar desde el papel.
A veces, una curva sugiere una espalda. O una sombra insinúa la pata de un animal.
No se trata de inventar, sino de descubrir.
El siguiente gesto no viene de la mente, sino de una mirada que ya ha aprendido a confiar.suavemente unos granos de sal sobre una capa húmeda de acuarela es una manera fácil de crear fractales. La sal atrae el agua hacia sí misma, generando pequeñas ramificaciones y patrones cristalinos al secar.
Otras técnicas útiles son dejar caer agua limpia sobre una capa ya pigmentada, lo que genera bordes fractales y figuras naturales, o inclinar ligeramente el papel para que el agua forme caminos espontáneos.
Explorar estos métodos es aprender a dialogar con el material, respetando sus tiempos y disfrutando el proceso de descubrir formas nuevas en lo inesperado.📌 Sobre cómo “escuchar” la mancha para intervenir después:
Escuchar la mancha es detenerse antes de actuar. Es mirar sin prisa, dejando que algo empiece a hablar desde el papel.
A veces, una curva sugiere una espalda. O una sombra insinúa la pata de un animal.
No se trata de inventar, sino de descubrir.
El siguiente gesto no viene de la mente, sino de una mirada que ya ha aprendido a confiar.


Imágenes Araceli García

PROYECTO: EL MAR EN MÍ

OTROS POETAS


La noche de ojos de caballo que tiemblan en la noche,
la noche de ojos de agua en el campo dormido,
está en tus ojos de caballo que tiembla,
está en tus ojos de agua secreta.
Ojos de agua de sombra,
ojos de agua de pozo,
ojos de agua de sueño.
El silencio y la soledad,
como dos pequeños animales a quienes guía la luna,
beben en esos ojos,
beben en esas aguas.
Si abres los ojos,
se abre la noche de puertas de musgo,
29
Agua en la poesía
se abre el reino secreto del agua
que mana del centro de la noche.
Y si los cierras,
un río, una corriente dulce y silenciosa,
te inunda por dentro, avanza, te hace oscura:
la noche moja riberas en tu alma.
Octavio Paz, México


Balada del agua del Mar

El mar
Sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.
—¿Qué vendes, oh joven turbia,
con los senos al aire?
—Vendo, señor, el agua
de los mares.
—¿Qué llevas, oh negro joven,
mezclado con tu sangre?
—Llevo, señor, el agua
de los mares.
23
Agua en la poesía
—Esas lágrimas salobres
¿de dónde vienen, madre?
—Lloro, señor, el agua
de los mares.
—Corazón, y esta amargura
seria, ¿de dónde nace?
—¡Amarga mucho el agua
de los mares!
El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.
Federico García Lorca, España


Canta el agua
allí donde los montes
rozan el cielo.
Canta sobre
las rocas,
trozos
de cielo
que han caído.

Anabel Torres – Colombia


Las gotas de agua
que amanecen en las flores
son lágrimas de la luna
que de noche llora.

Indios quechuas de Perú


DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE – ARACELI

Hay creaciones que no buscan representar nada externo.
Surgen como un reflejo de lo que no siempre sabemos nombrar.
Cuando dejamos que la mirada se pose hacia dentro, los gestos se vuelven más lentos, la atención se expande, y la obra se convierte en un espacio de silencio.

Caminar hacia adentro
En la abstracción, no seguimos un mapa.
Cada mancha, cada textura, es una señal que se revela en el momento.
No hay prisa por llegar a una imagen final.
Solo permanecer en ese diálogo íntimo
entre lo que sientes y lo que aparece en el papel.

“El color es un medio para influir directamente en el alma.” — Wassily Kandinsky


El papel como lugar de encuentro
Es en el papel donde cada elección habla de ti, incluso las que parecen pequeñas.

El tono que suavizas, la mancha que decides no borrar, la frontera que dejas difusa para que respire.
En cada una de estas decisiones se revela tu manera de mirar.
No como un gesto aislado, sino como parte de un lenguaje propio.
Y, sin darte cuenta, la obra se convierte en el lugar donde vuelves a ti.
No importa si alguien más entiende lo que ve.
Lo esencial es que, al mirarla, reconozcas en ella una parte de ti que antes no tenía forma.


En el estudio, hay momentos en los que no quiero pensar demasiado.Preparo el papel, la acuarela, la tinta… y dejo que el agua tome sus propias decisiones.En esos instantes, la mano no empuja, acompaña.La forma aparece en el movimiento del pigmento.La línea, si llega, lo hace después.

No se trata de forzar un resultado, 
sino de observar cómo interactúan, 
y desde ahí decidir el siguiente gesto.

instantes que solo se viven desde dentro.

Hay momentos que vivimos desde dentro. La mesa preparada, los botes de agua quietos, la luz entrando suave…Y de pronto, una gota de tinta toca el papel húmedo y empieza a expandirse como si supiera exactamente a dónde quiere ir. En ese momento, no somos nosotros quienes guiamos. Es la materia la que propone, y nosotros respondemos. Cuando la obra te dice por dónde seguir Dejar que los materiales interactúen por sí mismos es una forma de escuchar. El impulso creativo no es una idea repentina que llega de la nada: es la respuesta a lo que sucede delante de ti.
Es un diálogo sin prisa, donde la observación y la acción se alternan.

Espacios que invitan a mirar más allá Ver vídeo.

Trabajar así enseña a no querer terminar demasiado pronto. A mantener la frescura de lo que está vivo en el papel, sin cubrirlo todo. A aceptar que a veces, lo más poderoso es lo que no se ha tocado.


Ocres en los confines
del parque de la luna.
La mar demasiado lejos,
el verde, el azul, el ansia
que la mar despierta.
El gris, demasiado amargo.
¿El rojo?
El rojo es un horizonte que estalla

Azurea.


No todo lo que empieza debe terminarse.
Hay formas que necesitan permanecer abiertas.
Procesos que no piden un cierre, porque invitan a que la imaginación complete lo que falta.
Los espacios en blanco contienen más fuerza que cualquier trazo final.
Aprender a dejar en suspensión también es un gesto creador.
No como un abandono, sino como una escucha más profunda a la belleza que se abre paso en ese momento.
Lo inacabado también habla
Cuando dejamos de apresurarnos por concluir,
algo más sutil empieza a aparecer.
Una vibración callada, una imagen que no se entrega del todo, una emoción que se revela solo a medias…
Y ahí, en ese umbral, se despliega una forma distinta de belleza: la que no busca el resultado, sino quedarse un poco más en esa zona incierta.

Crear sin terminar
En un mundo que premia lo definido y lo explícito, crear sin concluir puede parecer improductivo.
Pero hay formas que solo pueden existir si las dejamos en suspenso.
Como si su verdad dependiera precisamente de no completarlas.
Esa es la esencia de algunos procesos creativos: no empujar, sino permitir.
Si sientes que hay partes de ti que aún no tienen forma, quizás no necesiten ser completadas.
Podemos generar miradas con otra atención.

Más difuminada, más entreabierta.

Sostenidas sin prisa, sin juicio.
No todo necesita ser dicho por completo.
Si trabajar desde el silencio, desde lo no dicho, es algo que también sientes en tu forma de crear, puedes profundizar en esta práctica con el curso Retratos Velados, que te ofrece 5 propuestas que exploran la imagen como un espacio de intimidad y verdad.

Hay ejercicios que no comienzan con una línea, ni con una figura clara.
Comienzan con una mancha. 
📌 ¿Qué es una mancha en la acuarela?
Una mancha no es un error ni un accidente.
Es el principio de algo que aún no tiene forma.
El agua se desplaza sobre el papel arrastrando el color, expandiéndose sin un plan. 
Solo si aprendemos a observar, empiezan a aparecer posibilidades.
Trabajar de esta manera no significa improvisar.
Significa abrir espacio a la intuición.
Pintar desde la mancha es aceptar lo incierto, dejar espacio a lo inesperado…
📌 ¿Qué aprendes cuando pintas desde la mancha?
Aprendes a observar sin intervenir demasiado, identificar los límites que empiezan a insinuarse y decidir con precisión qué reforzar y qué dejar en suspensión.
También entrenas la sensibilidad para intervenir solo cuando es necesario.
Resumiendo:
✔️ Observar una mancha sin juzgar, dejando que la forma empiece a revelarse sola.
✔️ Identificar posibles figuras a partir de los bordes, contrastes o acumulaciones de color.
✔️ Desarrollar una mirada intuitiva y flexible, capaz de ver antes de decidir.
✔️ Aprender a detenerse a tiempo, para mantener la frescura y evitar sobrecargar la imagen.
📌 ¿Qué son los fractales y cómo crearlos?
Al observar con atención una mancha de acuarela sobre papel húmedo, podemos descubrir patrones delicados que recuerdan formas naturales como ramas, raíces, cristales o nervaduras de hojas.
Estas estructuras, conocidas como fractales, surgen porque el agua fluye de manera irregular y lleva consigo el pigmento, creando bordes, caminos y texturas que se repiten a diferentes escalas.
Aunque parece algo complejo, los fractales aparecen constantemente cuando permitimos que el agua y el pigmento interactúen con libertad.
Existen técnicas sencillas que podemos usar para potenciar estos efectos y crear patrones fractales de manera consciente.
Por ejemplo, espolvorear suavemente unos granos de sal sobre una capa húmeda de acuarela es una manera fácil de crear fractales. La sal atrae el agua hacia sí misma, generando pequeñas ramificaciones y patrones cristalinos al secar.
Otras técnicas útiles son dejar caer agua limpia sobre una capa ya pigmentada, lo que genera bordes fractales y figuras naturales, o inclinar ligeramente el papel para que el agua forme caminos espontáneos.
Explorar estos métodos es aprender a dialogar con el material, respetando sus tiempos y disfrutando el proceso de descubrir formas nuevas en lo inesperado.📌 Sobre cómo “escuchar” la mancha para intervenir después:
Escuchar la mancha es detenerse antes de actuar. Es mirar sin prisa, dejando que algo empiece a hablar desde el papel.
A veces, una curva sugiere una espalda. O una sombra insinúa la pata de un animal.
No se trata de inventar, sino de descubrir.
El siguiente gesto no viene de la mente, sino de una mirada que ya ha aprendido a confiar.

FRK RETRATO


CANAL DE ARAGÓN

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Sesión Fotográfica con el Modelo: Sergio Camarero Herrero
Fotografía @mjberistain

LOS ROBADOS


Paisaje sumergido. Entré en ti. En ti, lentamente. Entré con pies descalzos y no me viste. Tú, sin embargo, allí estabas. No teníamos señal con que decirnos nuestra mutua presencia. Cruzarse así, solos, sin verse. Transparencia absoluta de la proximidad. JA, Valente


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HUESCA – Castillo de loarre y alrededores

Un paseo por el Castillo de Loarre, Pantano de la Peña y Los Mallos de Riglos


Castillo de Loarre


El castillo de Loarre o castillo abadía de Loarre es un castillo románico construido en el siglo XI. Su buen estado de conservación hace que sea uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar y civil del románico de España. Wikipedia


Pantano de La Peña


Panorámica de Mallos de Riglos


Color


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Selección Color 2022
fotografía@mjberistain

GARRAPIÑADAS

Llevaba tiempo deseando tener unos cuantos días libres para perderme por las rutas de los frutales en flor que pueden contemplarse en esta época por nuestra geografía; Cerezos en la zona de Extremadura, Almendros en Tenerife y Aragón o en la zona del Mediterráneo… Maquiné un plan que parecía perfecto. Estaba siendo una infernal despedida del invierno. Habían llegado tarde pero con fuerza los vientos de más de cien kilómetros por hora, la lluvia arreciaba sin compasión, anegando paisajes que hasta entonces eran de puro secano, y la nieve anunciaba su llegada antes de tiempo; nieve deseada pero que atrapaba con su bellísimo manto blanco cualquier tipo de tráfico —animal o humano— a pie o por medio de cualquier artilugio mecánico de transporte conocido tipo tren, coche, camión o avión. De verdad que yo andaba necesitada de huir del gris oscuro que envolvía con saña mi cuerpo y mi espíritu.

Optamos por la zona de Levante, por cercanía y por asegurarnos algo de sol o temperaturas amigables para poder disfrutar del bellísimo paisaje de la «floración» en estas fechas. Todo encajaba.

«La producción del almendro en España se concentra en las comunidades del litoral mediterráneo. Es el segundo país productor mundial de almendra después de Estados Unidos. El almendro es un árbol muy robusto y de larga vida, que en la cuenca mediterránea puede vivir entre sesenta y ochenta años, incluso hasta un siglo. Es, junto al olivo, uno de los principales árboles cultivados con fin industrial en el litoral mediterráneo. Ambos toleran climas extremos de inviernos húmedos y veranos calurosos y requieren terrenos pobres. Actualmente, se cultivan más de cien variedades debido a la gran riqueza genética, pero existen cinco tipos comerciales definidos y seleccionados entre las variedades de mayor calidad, que son Marcona, Largueta, Planeta, Comunas o Valencias y Mallorca.»

Llegamos tarde. La floración se había adelantado debido a la rara climatología de ese año y los árboles se estaban cargando ya de almendras. Había una gran preocupación en la zona porque se calculaba que todavía haría frío y ello podría arruinar el fruto. ¡Nuestro gozo en un pozo! Recorrimos los valles por sinuosas carreteras, esta vez con una belleza diferente a la que habíamos albergado encontrar, pero el sol y la vista del mar en el horizonte aliviaron nuestra desilusión.

¡Pues… compraríamos almendras!

Encontramos en Guadalest —un pueblo caprichoso encaramado en la sierra como una gran ventana al Mediterráneo—, una tienda de productos de la zona.

La producción de almendros se vendía íntegramente a la Cooperativa. Con suerte, quizá podríamos encontrar algún vecino que quisiera vendernos almendra natural —con cáscara— a «dos coma cinco euros el kilo» aproximadamente (que era el precio de venta al por mayor). El amable dueño de la tienda, propietario también de algunas de las parcelas de almendros de la zona, nos atendía como excusándose. Le compramos pasta de almendras para postres y otros usos y él, en su ánimo de aliviar nuestro desaliento, nos regaló unas pequeñas bolsitas de plástico transparente con unos cuantos gramos de almendras garrapiñadas.

¡Garrapiñadas!

No puedo acordarme de cuándo fue la última vez que comí garrapiñadas, pero debió de ser en el parque de atracciones del Monte Igueldo cuando todavía era una niña.

Volviendo, de camino a casa, tuvimos que conformarnos con hacer algunas fotografías de las flores por los alrededores, mientras mordisqueábamos algunas garrapiñadas que nos quedaban por los bolsillos.





Texto y fotografía@mjberistain

Muros de Piedra

Palacio aragonés del siglo XVIII

El Palacio de Palafox de Zaragoza fue construido hacia 1785 por el arquitecto Agustín Sanz (el mismo que diseñó el Teatro Principal y la Puerta del Carmen), para el padre del General Palafox, don Juan Felipe Rebolledo de Palafox.
Fue renovado en 2014. Situado al lado del Arco del Deán y la Catedral de La Seo, esta antigua mansión tiene la pureza de los palacios neoclásicos y destaca por sus majestuosas fachadas, decoraciones fantasiosas esculpidas en piedra, cerámica y hierro forjado. Está considerado uno de los máximos exponentes del estilo neoclásico en Zaragoza y una de las obras arquitectónicas más valiosa que se erigió en la ciudad durante el siglo XVIII. La impresionante fachada está construida de piedra caliza al igual que el resto del edificio. Destaca desde la distancia el amplio portal, con ocho anchas columnas rematadas en arcos de medio punto, y los balcones del piso superior con todas sus ventanas blancas y azules, coronadas por los vitrales representativos de las edificaciones zaragozanas de la época. Palacio aragonés del siglo XVIII


Colección de Fotografías tomadas por mí, alrededor del Palacio. He recreado los muros tratando de conservar la base de piedra original, es decir, la textura de las piedras, así como las marcas y señales que imprime el tiempo, y destacando en su caso algunos colores, teniendo en cuenta que es un Palacio del siglo XVIII.








Lofoten – noruega


Seguíamos la ruta hacia el Norte por la costa de Noruega. Nos dejábamos llevar por la intuición y los mapas que consultábamos de vez en cuando, además de la información que llevábamos estudiada antes de ponernos en viaje. La Naturaleza era sobrecogedora. Era primavera, y las temperaturas oscilaban sorprendentemente entre veinte y veintiséis grados ese año.


Todo parecía en calma cuando tomamos el Ferry que nos llevaría desde Bodo a las Islas Lofoten. A unas pocas millas el cielo se fue cubriendo de nubes amenazadoras, veíamos cómo el mar se encrespaba por momentos cuando las rachas de un viento huracanado convertían nuestro barco en lo que parecía un juguete de papel. Las cuatro horas de navegación resultaron ser una dura prueba de resistencia a la zozobra.



El ímpetu del viento dificultaba las maniobras de acercamiento y atraque del Ferry. Era noche oscura cuando llegamos a una de las islas Lofoten, la temperatura era de cuatro grados centígrados. La sensación térmica debía de estar cerca de los diez grados en negativo, debido, quizá también en parte, al mal cuerpo de los pasajeros por la accidentada travesía.



El viento era el dueño del paisaje. Resguardarse de él el único y difícil objetivo en una estrecha carretera paralela y a escasos metros del mar, rumbo al norte. Espantosa fue la conducción hasta encontrar una exigua marquesina de autobús, ya llegada la madrugada, a la que acercar nuestro coche anhelando un cierto refugio.



La meteorología no dio tregua durante los días siguientes. La impresionante fuerza y belleza de la Naturaleza dejaron una huella indeleble en los últimos días de nuestra ruta hacia el Norte.



En cualquier lugar del mundo se pueden hacer amigos



Los sueños no tienen límites
Soñar, Viajar, Amar


Pulsar sobre cualquiera de las imágenes para verlas en mayor tamaño


Texto y Fotografía @mjberistain y @jvergara

VALKIRIAS

Pulsar sobre la flecha y esperar unos segundos a que comience la música






Por el Mýrkvid volando sabias doncellas

vinieron del sur a regir las suertes;
descanso se dieron las mozas sureñas
a orillas del lago; hilaban buen lino.

Siete los años que entonces pasaron
luego al octavo añoranza les vino,
al bosque, el oscuro, las sabias doncellas
quisieron tornar a regir las suertes…

Del Cantar de Vólund


 

Las valquirias son diosas de la mitología nórdica, hijas de Odín y poderosos espectros guerreros. Tienen el aspecto de una joven y bella guerrera nórdica; alta, con marcada musculatura, ojos grandes y azules, cabello rubio, largo y trenzado. Les gusta ir ataviadas con cascos de guerra con cuernos. Suelen cabalgar a lomos de caballos voladores y son fabulosas amazonas. Hábiles con la lanza, con el arco y con la espada, su fuerza es sobrehumana, divina, al igual que su resistencia y agilidad.

Habitan entre el plano de los vivos y el de los dioses, conocido como Asgard. En este plano existe un lugar llamado Valhalla, el salón de los muertos en combate, donde son recibidos los héroes que perecen durante una batalla.

Las valquirias presienten la muerte de los guerreros valerosos, de modo que cuando se libra una batalla se presentan en el plano de los vivos. Desde el cielo contemplan la lucha y cuando esta solo llega a su fin, las valquirias eligen a los muertos que serán conducidos hasta el Valhalla. Pero no solo acompañan a los muertos en su viaje a Asgard, sino que también los cuidan durante su estancia en el Valhalla, tal y como lo dispone Odín.

Las valquirias están capitaneadas por Brunilda, la más fuerte y poderosa de las valquirias. Cuando descienden de los cielos y encuentran una batalla, Brunilda las dirige y las lidera.
Brunilda tiene la capacidad de convertir a las valquirias en musas de la guerra, inspirando a los guerreros para luchar, aumentando su sed de sangre, y haciéndolos entrar en frenesí, de manera que no sienten dolor ni sangran por sus heridas. Una vez termina el combate el frenesí desaparece y el guerrero muere.

Se dice que algunas valquirias pasan grandes temporadas en el plano terrestre, dejando su habitual forma de guerrera espectral para vivir bajo la forma de un enorme y bello cisne.

 


Fuente: Leyendas de mitología nórdica
Fotografía@mjberistain

SINFONÍA DE IMÁGENES


Del Blog Lensculture

FEATURE A Symphony of Images Across his lyrical compositions of images, Paul Cupido uses black and white photography as a deeply personal, emotive language to explore the infinite possibilities of our natural surroundings.

Photographs by Paul Cupido
Essay by Sophie Wright

For many photographers, working in black and white is a gesture that harks back to their first encounter with their craft. It’s where we learn the ‘basics’—the fundamentals, the grammar of this language—so that later we might find our own voice elsewhere. Whether we choose to listen to them or not, it’s an art form with a set of rules that err on the side of precision. For others, working in this art form speaks to a different view of fundamentals; one that reaches beyond technique and proficiency into murkier philosophical depths. It’s where we seek the essence of whatever we are looking at, encounter the unknown and figure out some kind of relationship with it. It can become a profound and mature language in and of itself; one that wrangles with the mystery of the world around us.

Volcano, 2022 © Paul Cupido

Or perhaps it can be both. In Paul Cupido’s case, the two meet and sometimes mingle. The Dutch artist knows his craft, each of his beautiful prints shaped by layers of care and consideration and a sensitivity to material that comes from years of exploration. He is also devoted to the unknown, the beauty of imprecision and the Japanese philosophy of ‘Mu’; a state of emptiness, a void and thus endless possibility. Through his committed and experimental interactions with his craft, he has reimagined the black and white medium into a personal and fluid language that can speak of being in the depths of the moment rather than ‘decisively’ capturing its surface.

Mu #6, 2022 © Paul Cupido

Cupido’s journey in photography has many twists and turns. He came to the art form after deciding to end a successful career as a sound composer, the initial love he felt for the medium gradually worn down by the speed and demands of the industry. One day, he stumbled upon a sense of “being in the moment” whilst in the forest with just a camera in his hands, prompting his first steps in photography. The biggest fork in the path was a period of time spent in Tokyo under the mentorship of Antoine d’Agata.

Dedicated to the ethos of “making the photographer not a photographer,” d’Agata swept the precise, highly-staged studio work Cupido had been making at photo school in Amsterdam off the table and sent him into the unknown landscape of the night. With these “empty” images out of the way, just one picture from the past survived—a snapshot, quickly taken yet full of emotion; an enigmatic portrait of Joyce, the mother of the photographer’s son, looking out to the sea, her back to the camera, her body adorned with star-like specks of light.

Suave, 2016 © Paul Cupido

This trip was a shock, an exercise in letting go that marked the beginning of what Cupido describes as a “pilgrimage.” Over multiple journeys, he visited Japan to learn more about the culture, philosophy and aesthetics that would come to feed into his approach to photography. Fascinated by the traditional two-dimensional mode of image-making, he sought out different workshops to learn a variety of techniques from woodblock printing and photographic etching to paper making as well as studying photography in Tokyo. On these travels he would also work on cultivating a relationship between his internal emotions and the external natural world.

Hanabi, 2022 © Paul Cupido

Moons, mountains, leaves, clouds, water—and the human body in relation to the nature surrounding it—surfaced in his quiet images. The cycles of life and rhythms of nature that govern Cupido’s practice are rooted in his past as much as they are in the journeys that shaped his adult life. The photographer was born on Terschelling, an island in the Northern Netherlands, and he grew up with the ebb and flow of the sea visible from his childhood bedroom. This innate act of tuning into his surroundings now forms the core of his photographic process, which involves gradually shedding thought and working from intuition.

Stay With Me, 2022 © Paul Cupido

It always begins with bringing this approach into contact with a specific place which will provide inspiration, rich with potential metaphor and ephemeral moments. “What’s interesting about the éphèmére is that although it’s a fleeting moment, it has a lasting effect,” Cupido muses. “Falling in love is temporary, but it will stay in your body forever. A wave makes a mark in the sand or in the stone, and is gone, but the mark stays there even though it’s washed over by the next wave. A microscopic rip engraved in time.”

The way Cupido then collects and treats these moments is playful and hybrid, darting between different cameras, printing digital using analog processes and vice versa. “Technically the images I have taken aren’t very good, but I don’t care as long as there is emotion,” he says of his approach. It is during the second leg of the journey in the atelier that they transfigure, when he re-enters the images, he has taken through a very precise printing process, contemplates them, and eventually brings them into conversation with each other.

Blue Gold, 2021 © Paul Cupido

Teasing out the movement and depth that can be found within black and white, Cupido’s images simmer with endless possibilities. It’s not hard to trace a musical way of thinking across his lyrical compositions of images, whether they end up in exhibition spaces or photobooks. From the stripped-back language of monochrome, he builds feeling and sensation through different tonalities, sometimes adding a faint wash of color to give the print a subtle hue. Elsewhere the gesture is more bold, like printing black and white onto a sharp color paper to inject a vivid staccato into the mix. When composed into a sequence, the outcome is symphonic; in the photographer’s own words, the images become “notes,” his small, delicate prints once in a while punctuated by a large one, coming together in harmony.

From the project “4 a.m” © Paul Cupido

For Cupido, the form, structure and content of these compositions come from listening to “what the works want to be.” His book Searching for Mu, made early on in his practice, invites readers on a rambling quest through the photographer’s time spent in Japan, a journey far out of his familiar surroundings unfolding between its pages. Compiled during the lockdowns of 2020, the book 4 a.m. represents another point in the photographer’s life weaving his experiences in Japan closer to home, sequenced around a repetitive gesture of walking and working before dawn.

Treating 4am as a location in time that extends across different spaces, the sequence of images was born from a poem by Matsuo Bashō, a haiku that in Cupido’s words “makes you think forever.” Set in the liminal space of late night/early morning, the book takes us down winding paths illuminated by the moon, quiet, monochrome landscapes punctured by a scattering of dreamlike shocks of color.

“Moon woke me up nine times — still just 4 a.m” MATSUO BASHŌ

Spread from the book “4 a.m.” © Paul Cupido

In his latest exhibition Remembering You, a ginkgo leaf sent by a friend in Japan to The Netherlands by post becomes the seed for a new ritual revolving around memory, loss and presence. A topographical series of ginkgo leaves, of which he has photographed over 200, each one taken as an act of remembrance with a different friend in mind, sits amidst a selection of fleeting moments from the archive, memorialized in delicate prints; figures submerged in landscapes, faces fusing with plants—and once again the moon. This particular symphony of images is complex, textured with moments of melancholy, calm and infinite splendor.

Incarnatie, 2022 © Paul Cupido
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Clair de Lune, 2018 © Paul Cupido
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Moonvoyage, 2018 © Paul Cupido
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From the project «4 a.m» © Paul Cupido
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Pendulum III, 2022 © Paul Cupido
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September, 2022 © Paul Cupido
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Solandes, 2018 © Paul Cupido


Essay by Sophie Wright


Minas de Rio Tinto


Es una de las minas más antiguas del mundo y actualmente una de las más grandes a cielo abierto de Europa. Hay que remontarse hacia atrás unos 5.000 años para conocer la historia de la cuenca minera de Río Tinto. El origen de esta explotación es la Edad de Bronce. Después llegaron los tartesios, los fenicios, los cartagineses y finalmente los romanos. Fueron estos, los romanos, los últimos que trabajaron la cuenca con intensidad en busca de cobre, plata y hierro.

En 1873 la compañía inglesa Río Tinto Company Limited compró estas minas, modernizó la maquinaria, racionalizó la explotación y trabajó la tierra con tal intensidad que en un año se extraía más mineral que antes en un siglo. La explotación por parte de los ingleses duró hasta 1954, año en que la mina volvió a manos españolas.

Actualmente, Río Tinto es una mina de cobre a cielo abierto sobre la que existe un proyecto de reapertura que incorporará las últimas innovaciones tecnológicas en el sector, así como conceptos de seguridad y sostenibilidad ambiental.


Los materiales rojizos de estas tierras, por la presencia de cobre y de hierro, impregnan el río Tinto, y dan a sus aguas ese color característico, del que han tomado el nombre. Han permitido crear un ecosistema único. Sus aguas son densas por efecto de los metales, apenas tienen oxígeno y albergan una importante biodiversidad de organismos microscópicos cuya presencia ha atraído a científicos de la NASA que investigan el ecosistema, debido a sus semejanzas con el planeta Marte.



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CASTILLO DE PERACENSE

ORO ROJO – AZAFRÁN


Castillo de Peracense 

Hablar de Teruel sería pretencioso por mi parte. Así es que únicamente voy a pasar de puntillas por este tema por rescatar de mi memoria el impacto que me causó el amanecer de un cierto día de últimos de octubre, de visita a algunos familiares de esos de nuestros antepasados que viven muy lejos, muy a desmano, y que cuando vas de viaje por las cercanías te animas a recordar, a presentarte y charlar con ellos tomando un vino en el bar del pueblo.

En conversaciones de invierno, con nuestros mayores, alrededor de la mesa camilla que cobijaba un pequeño brasero, muchas veces se había hablado de los parientes de Peracense. No los conocíamos personalmente. Pero llegamos a identificarlos con sus nombres en fotos antiguas en blanco y negro, otras de un color amarillento como sepia —que no logré saber si era el color original de la foto o aquella pátina era de pura humedad y antigüedad—. Recuerdo especialmente una fotografía de las autoridades del pueblo. El alcalde, el médico, el guardia civil y el cura formados delante del muro del castillo. Cuatro hombres en postura casi de rigor, tiesos, vestidos con sus mejores trajes negros, arrugados y sucios, mirando con suficiencia al objetivo.

Llegando al pueblo, con los restos del castillo ya a la vista, nos paralizó la belleza malva de un paisaje de tierra roja y dura en el que aparecían los cuerpos doblados de grupos de personas recogiendo la preciada Crocus Sativus, conocida como la Rosa del Azafrán.

Merece la pena asomarse a la historia y leyendas que existen sobre el Azafrán.

Nos recibieron con miradas un tanto hoscas, como otras veces hemos notado en pueblos pequeños del interior, acostumbrados como están, a no ver foráneos deambular por sus tierras. Sin embargo, cualquier pregunta sencilla con una sencilla sonrisa es capaz de abrir las puertas de su mundo, al que quedas invitado de manera inmediata.

Allí fue cuando me interesé por el Azafrán, entre aquellas gentes de cuerpos curvados y manos artríticas curtidas en madrugadas de recolección y desbrizne de las flores, durante los octubres de sus vidas. La rosa del azafrán —dijeron— florece al amanecer y hay que recogerla al instante porque se marchita rápidamente y los estigmas pierden sabor y aroma…

Leía en un artículo de ABC que el Azafrán es la paciencia cotizada a 3.000 euros el kilo. Hace falta recoger y desbriznar; extraer los estigmas de 150 flores para obtener un solo gramo de esta especia. El del azafrán es un cultivo de detalle y delicadeza.

Irán es el mayor productor mundial concentrando el 90% de todo el que se comercializa. En Europa los dos países productores por excelencia son España (Castilla-La Mancha con el 95% seguida de Aragón 2%, Canarias y Murcia) y Grecia.

España importa mayormente azafrán iraní para una comercialización que se estima en el 50% de lo que se vende en el mundo. En nuestro país se envasa y distribuye azafrán de muy alta calidad apreciada especialmente para la exportación.

… Sus manos,
separando la tierra, hoyándola,
acariciando a cada impulso
el alabastro quejumbroso, y casi yermo,
donde ha de plantar la semilla,
su propia tristeza a punto de hallar
la superficie sazonada.

Y allí la hoja del verano entre terrones;
y allí el añil y el cardo y la costumbre
–azafrán sobre su vientre abultado –
y en suspensión el marasmo de vida
que se yergue sobre el surco.

Cómo no desbrozar lo estéril para siempre
y no desearse lejos del tacto de esa tierra.

Su juventud ardiendo al fulgor del verano,
ardiendo a partir del instante mismo
en que apostilla esa renuncia:
en la tierra la hebra carmesí,
la corola, el amargo pistilo de la duda. (Yoris)


CATEGORÍAS VIAJES•ETIQUETAS CASTILLOS

comentarios sobre “Oro Rojo”

  1. Isabel F. Bernaldo de Quirós dice: Fantástica entrada, me ha gustado mucho lo que cuentas, las fotos… me apasiona ese mundo agrícola que se mueve en torno al azafrán. Hay personas que tienen recogido y conservado azafrán en sus casas en cajas fuerte; oro, el rojo dicen.
    Muy bonito el poema de Yoris. Gracias.

LA ELEGANCIA DE UNA HABITACIÓN VACÍA

Mathilda se trasladó a París con veinte años, después de haber sufrido la muerte de su amigo Nick por una sobredosis de heroína mientras recorrían Europa. Era su viaje de iniciación y todo se truncó en un paraje ruinoso de la costa mediterránea, cerca de la frontera con Italia.

Deseó olvidar su última mirada, juró que nunca más lo mencionaría. Su boca no podría olvidar, sin embargo, el último beso en sus labios fríos.

Subió a pie los últimos dos pisos hasta llegar al ático porque el ascensor se quedó en el quinto. Mientras subía despacio, contando los escalones, le dio tiempo a pensar en darse la vuelta, retroceder e intentar buscarse la vida de otra manera. Necesitaba subsistir y no podía imaginarse otro trabajo a corto plazo.

Sonó el carrillón de la iglesia del cementerio. Mathilda se había detenido unos segundos para tocar la superficie de mármol de uno de los panteones. Frío, recordó de nuevo a Nick; el último beso. 

La ronquera del viejo timbre de bronce la hizo reaccionar. Se acicaló el pelo y se ajustó el vestido negro que había adquirido en un mercadillo de barrio para la ocasión. Correcta, sin más —se dijo a sí misma en el preciso momento en que la gran puerta de madera maciza se abría y el hombre, con amabilidad, le tendía una mano a modo de bienvenida—. Mathilda sonrió ligeramente esperando algún tipo de señal. Él, con un gesto preciso, la animó a pasar a una habitación prácticamente vacía.

Una habitación vacía, con luz natural. Tenía una sola ventana que daba al cementerio. El techo alto. Las paredes estaban pintadas de blanco puro con la única decoración de las tres tuberías de acero que bajaban por una de las esquinas. Y una puerta.

Había una pequeña mesa adosada a una de las paredes, con dos sillas de madera antiguas a sus lados. Sobre ella, libros, papeles y una lámpara. Tapizado en gris, cerca de la ventana, había un camastro sobre el que reposaba una tela blanca de lino fino. 

—Tranquila —decía el hombre—. Ahora ponte cómoda. Deja tus cosas en una de estas sillas.

Le ofreció el lienzo de lino.

—Ahora te dejo unos minutos. Mientras, yo cambio el carrete a la cámara. Relájate, todo va a ir muy bien.

—Esto es muy sencillo. Haz lo que quieras. Lentamente. No poses. ¿Te gusta ser fotografiada? Yo solo estoy aquí para capturar algunos instantes. La luz.

Ella, tratando de contener las lágrimas, respondió:

—Es mi primera vez.

—Tranquila, Mathilda, es muy sencillo —le repetía—. Solo tienes que hacer lo que tú desees, muévete despacio. No poses.

—Ya.

—Vamos a hacerlo muy fácil. Son las dos de la tarde. Estamos en una habitación vacía, el día es gris, la luz es bonita. ¡Hummm…! Imagina que estás sola en casa, es domingo y esperas a alguien, o que no esperas a nadie; que estás escuchando una música que te gusta, y estás contenta, de buen humor, o no, quizás estás nerviosa, cansada, o taciturna… Ahí tienes una silla, haz lo que quieras. Yo solo estoy aquí para capturar algunas imágenes. Es posible que, de vez en cuando, te haga alguna indicación acerca de tu mirada, postura o colocación; será para aprovechar mejor la luz. Tú puedes hablarme, o no hablar. Haz lo que desees…

Mathilda asiente; baja la cabeza y mira de soslayo a la ventana, hacia afuera, hacia el cementerio. No se atreve a mirar al fotógrafo; piensa que no debería mirarlo. Busca el apoyo de la pared y deja deslizar lentamente el lienzo que, hasta entonces, ha protegido su desnudez. No le resulta difícil mostrarse abatida y deambular por allí. Ella y la luz. La luz y ella, en aquella habitación vacía y blanca. Se mueve con elegancia, discretamente se detiene, se cubre el pecho con los brazos, busca el contraluz. Es consciente de que está logrando fluir en el espacio vacío. Escucha, como un eco distante, la voz serena del fotógrafo con la instrucción precisa: ¡Bien!, ahí, ladea un poco la cabeza, descansa. Así. ¡Perfecta! Mira a la cámara, sedúcela —le indica—, ahora mira hacia el suelo, como sintiéndote ausente, descansa tu mano derecha en la ventana… un, dos, tres, cuatro…, ¡bien!, quiero capturar esto, espera unos segundos…

¡Voilà!


(PULSAR PARA VER Recreación sobre el vídeo Jean Loup y el desnudo)

Jean Loup Sieff (1933-2000) fue un prestigioso fotógrafo francés de origen polaco.

Inicialmente, trabajó en fotografía de prensa y más tarde se especializó en fotografía de moda, paisaje, retrato y desnudos. Fotografía siempre en blanco y negro, resaltando los contrastes, y acentuando las formas.
Fuente: (Cherry Catalán – Cultura Inquieta)

Capta lo efímero y lo transforma en una realidad duradera.

«La belleza de una mujer está hecha de fragancias de verano en su hombro, de una mirada de claroscuro en sus ojos, pero también de una nuca frágil, de unas encías sonrientes, de una espalda arqueada y de unas nalgas curvadas».

Así se explica Jean Loup la existencia de dios y a ella se entrega y rinde homenaje en su obra a las milagrosas curvas que le han inspirado.

Trabaja en una habitación vacía frente a un cementerio. Cuatro paredes pintadas de blanco puro. Es un estudio pequeño, vacío, pero con luz, la luz está ahí, incluso cuando el día es gris.

«La fotografía es luz; todo es lo mismo…»

«La confluencia en el tiempo de una determinada luz y un determinado momento fugaz».

«Algunas cosas te hacen reaccionar. El momento adecuado puede ser un detalle, una nuca o lo que sea. La fotografía está ahí para inmortalizar esa pequeña y tenue emoción provocada por un cuerpo o una determinada luz».


Su obra está en el Museo Pompidou y en Museo de Arte Moderno en París, así como en el Museo Ludwig en Colonia (Alemania).
Fuentes: Cultura inquieta y Wikipedia.

REMELLURI

Amaia es la persona que, a lo largo de 30 años, ha conseguido hacer de esta finca no solamente su propia casa, sino un imperio de los mejores vinos a nivel internacional.


Pinchar sobre cualquiera de las imágenes para verlas en tamaño natural.



HISTORIA DE LA GRANJA Ntra. Sra. de Remelluri

Granja Ntra. Sra. de Remelluri

La bodega Granja Ntra. Sra. de Remelluri
elabora elegantes vinos para disfrute de los amantes de los grandes vinos.

Las Bodegas Remelluri de Rioja representa una de las fincas con más historia de la denominación. Todo se remonta al siglo X, cuando el conde alavés Erramel, creador de «Erramelluri», topónimo que se utilizaba en el histórico alto medieval, adquiere una granja con bastantes hectáreas de finca. A lo largo de los años se habla de unos cultivos agrícolas, que superaron heladas y fuertes vientos, en los que trabajaron diferentes poblaciones, prehistóricas, romanas, visigodas y árabes, las cuales fueron las responsables de conservar las fincas con orgullo y perseverancia. En el siglo XIV, unos monjes jerónimos construyen un monasterio con granja; permanecieron en él hasta el siglo XV. En 1596, el libro de cuentas más antiguo del Ayuntamiento de Labastida, hace reseña del aporte de cántaras de vino por parte de los monjes a los monasterios de las localidades colindantes.

Todo empieza en el año 1967, cuando se funda la bodega con las 20 Ha. de la finca, que son adquiridas por Jaime Rodríguez Salís y Amaya Hernandorena, para encaminar el proyecto de la vinificación de todos los vinos de la Granja Ntra. Sra. de Remelluri y así continuar esa parte de historia que quedó atrás. Con el tiempo, esta bodega de Rioja ha ido recuperando las parcelas que en su día formaban la granja, hasta contar en la actualidad 154 Ha., de las cuales 105 fueron meticulosamente restauradas para no perder la esencia de Remelluri.

A día de hoy se realiza una explotación vitivinícola tradicional y ecológica, con productos biodinámicos que facilitan el trabajo y no dañan el medioambiente. La vid está plantada en terrazas naturales, compuestas de suelos arcillo-calcáreos que ayudan al crecimiento de las cepas, con una roca madre que aflora por zonas. Para la fermentación de los vinos de la Granja Ntra. Sra. de Remelluri en Rioja Alavesa, se trabaja con levadura autóctona de la piel de la uva, también llamada pruina, que ayuda a realizar una extracción aromática más identificativa de la zona.

A lo largo de los años, la bodega se ha hecho un lugar importante en la denominación y esto le ha reportado innumerables premios de los vinos Remelluri y así fidelizar todos los mercados mundiales.


SHOJI UEDA (1913-2000

Hablamos de ESCALAS.

Shoji Ueda, fue un fotógrafo nacido en Sakaiminato, Tottori, Japón, es el principal representante del SURREALISMO (bastante ABSTRACTO) que combinó elementos surrealistas de la composición con la representación realista. Recibió una cámara de su padre en 1930 y rápidamente se convirtió en gran aficionado a la fotografía, sometiendo sus fotografías a las revistas; Formó el grupo fotográfico Chugoku Shashinka Shudan con Ryosuke Ishizu, Kunio Masaoka, y Akira Nomura. Ueda estudió en la Escuela Oriental de Fotografía en Tokio en 1932 y regresó a Sakai, abriendo un estudio, con solo diecinueve años. En 1941 renunció a la fotografía, no queriendo convertirse en fotógrafo militar. Reanudó su actividad poco después de la guerra, y en 1947 se unió al grupo Ginryusha con sede en Tokio. Encontró en las dunas de Tottori excelentes paisajes para retratos individuales y de grupo, típicamente en formato cuadrado y hasta relativamente tarde todo en blanco y negro. En 1949, inspirada por Kineo Kuwabara, entonces editora de Camera, fotografió las dunas con Ken Domon y Yoichi Midorikawa. Algunos de ellos tienen a Domon como modelo, lejos de su imagen áspera. Las fotografías fueron publicadas por primera vez en los números de septiembre y octubre de 1949 de Camera y han sido frecuentemente antologizadas. Comenzó a fotografiar desnudos en las dunas en 1951, ya a partir de 1970 los utilizó como telón de fondo para la fotografía de moda. La concentración de posguerra en el realismo dirigida por Domon, seguida por el rechazo del realismo dirigido por Shomei Tomatsu, dejó de lado la fresca visión de Ueda. Participó en la Fotografía Japonesa en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1960 y tuvo exposiciones individuales en Japón, pero tuvo que esperar hasta una retrospectiva de 1974 en el Salón Nikon en Tokio y Osaka antes de su regreso a la popularidad. Permaneció en Tottori, abriendo un estudio en Yonago en 1965 y en 1972 trasladándose a un nuevo edificio de tres pisos en Yonago. El edificio sirvió de base para la vida fotográfica local. Desde 1975 hasta 1994, Fue profesor en la Universidad de Kyushu Sangyo. El reconocimiento crítico y popular vino a mediados de los años setenta. Apareció una sucesión de colecciones de libros nuevos y antiguos. Murió de un ataque al corazón el 4 de julio de 2000. El Museo Shoji Ueda de Fotografía, dedicado a sus obras, se abrió en Kishimoto (ahora Hoki, cerca de Yonago) Prefectura de Tottori en 1995.



Paisajes Nocturnos



Todos los sures adonde no has viajado ya no serán el Sur, aunque los veas,
porque no has sido nunca, a este lado de ti y en este espejo, esos otros viajeros de ti mismo.
Y el Sur al que viajaste no es el Sur adonde tú has viajado:
Se quemó con lo que pudo haber sido y lo que ha sido.
Una idéntica hoguera de fuego irreparable consume el desconcierto:
hay mil caminos por cada uno de los que emprendiste;
hay mil noches por cada noche memorable tuya;
hay mil palabras por las que tú has callado y las que has dicho;
Hay mil rostros perdidos por cada rostro que recuerdes hoy,
y ya no existe arreglo para nada, ya nadie puede desandar los rostros,
o desdecir las noches, o desencaminar cualquier palabra.
Todo lo que sucede es el Sur.

A este lado de ti y ante este espejo, todo lo que sucede es para siempre.




A este lado de ti y ante este espejo, todo lo que sucede es para siempre.


Poema de Carlos Marzal
Fotografía@mjberistain