CONTRATENOR VS CASTRATI

Versión actualizada a 30 agosto 2023

He comentado en algunas ocasiones que mi origen está ligado a la música. Ella me ha acompañado gracias al virtuosismo de mi gran familia Beristain a la que he tenido el honor de pertenecer. Ella —la Música— ha invadido los momentos más importantes de nuestros encuentros familiares. Me siento muy agradecida del sólido poso de aquel legado de belleza, así como de la fuerza de los recuerdos compartidos durante mi infancia y adolescencia.

A partir de ahí… sin orden, aunque con algún «concierto» disfruto de la Música en sí misma, y vivo o sueño, con momentos en los que me lleva a recordarla como la actriz principal de un entrañable teatro en el que la alegría y el amor saltaban por los aires, como frescas gotas de lluvia de abriles generosos.


SOBRE LOS CONTRATENORES

Los contratenores son cantantes de ópera con una voz muy especial. Su voz es uno de los tipos de voz más hermosos que existen en el canto, y se podría decir que, hasta transgresor dentro de su contexto, dado que se trata de cantantes del género biológico masculino que, de alguna manera, rechaza aquella sonoridad grave, viril, masculina, explorando otros tonos más nobles y colores totalmente bellos y majestuosos. Los contratenores son tan rompedores en el contexto en el que están que, en palabras del maestro Philippe Jaroussky, jamás te deja indiferente. El maestro dice: a los contratenores se nos ama o se nos odia. La reacción siempre es extrema porque no existe la indiferencia. En términos de la tesitura de su canto, los contratenores son el tipo de voz que supera al tenor, ya que cantan en tesituras que para la mayoría de los tenores sería imposible cantar con comodidad.

Surgieron estos cantantes, según algunas fuentes, como respuesta a la prohibición de la iglesia católica de los castrati, un tipo de cantante que era castrado en su infancia para poder conservar su voz blanca, su voz de niño.


HISTORIA DE LOS CASTRATI 
Publicado por Sarah Romero, Periodista científica en MUY INTERESANTE

Su historia es bastante oscura y triste. Los castrati, “castrato” en singular (proveniente del italiano, que significa castrado), eran niños cantores sometidos a la operación de castración (en la que se eliminan los testículos para no producir hormonas sexuales masculinas) para conseguir que estos conservaran su voz aguda a la hora de entonar melodías. 
 
A pesar de que la época “dorada” de los castrati fue hacia el s. XVII gracias al tremendo éxito por toda Europa de la ópera y sus protagonistas, la castración debida a fines artísticos se remonta incluso al año 400 d. C. Esta fecha es la que se considera como punto de origen de la castración con la idea de fomentar voces delicadas como la de una mujer con la presencia física de un hombre. De hecho, los eunucos hacían las veces de animadores de emperadores y emperatrices del antiguo Imperio Romano gracias a sus delicadas voces producto de tal inutilización de los aparatos genitales. 
 
El castrado con motivos musicales continuó practicándose hasta principios del siglo XI. En este momento y debido a la Cuarta Cruzada, no se vuelve a saber nada de los castrati hasta el siglo XVI. Como el propio Papa había prohibido la presencia de artistas o cantantes femeninas en las iglesias o escenarios, la moda de los castrati volvió a resurgir con más fuerza con el aumento del interés del público por la ópera.  Así, los niños eran operados entre los 8 y los 12 años -normalmente por un barbero que los drogaba con opio para que sintieran menos el dolor de la incisión- y posteriormente educados en formación musical. 
 
Según los registros que se conservan del s. XVII, en esta época se castraban una media de 4.000 niños por año, de los que tan solo uno conseguía llegar a la fama y convertirse en una auténtica estrella. Muchos de estos niños pertenecían a familias con pocos recursos económicos. De entre los castrati más famosos podemos citar a Farinelli, Baldosarte Ferri, Diaconó Casanova o Alessandro Moreschi, L’Ángelo di Roma, considerado el último castrato (del que se conserva un documento de audio único con esta tesitura de voz). 
 
Para aquellos que conseguían desarrollar un pene adulto -solo si habían sido operados después de cumplir 10 años-, su falta de sensibilidad en los encuentros sexuales y, por tanto, la posibilidad de una erección más larga, los convirtió en codiciados amantes de la nobleza, tanto para solteras como para casadas. 
 
El fin de esta desafortunada tradición llega con el Papa Pío X cuando en 1903 prohíbe la práctica de la castración por considerarla “una abominable costumbre contra la naturaleza humana”. Con ello, las mujeres también se incorporaron a la escena musical, por lo que su presencia comenzó a diluirse poco a poco. 
 
Lejos de esta salvaje práctica, los contratenores actuales consiguen la misma tonalidad aguda, femenina y delicada gracias a una técnica natural y a su particular desarrollo del aparato fonador. 


Sin embargo, hay otras fuentes que afirman que este tipo de cantantes convivieron en la misma época.

Los castrati interpretaban al héroe de la historia, al protagonista principal, gozaban de gran reconocimiento y tenían grandísimas fortunas, además de ser unos completos divos. Esta característica de majestuosidad le agregan de alguna forma los contratenores en la gracia con la que cantan ahora.


FRANCO FAGIOLI

Mi agradecimiento a Juan Manuel Grijalbo por darme a conocer a Franco Fagioli hace ya varios años.


“[…] Fagioli provoca una impresión fascinante; el timbre realmente excepcional del contratenor argentino le permite dibujar gradualmente y de un modo acariciante una línea de diez minutos de duración, deslizándose suavemente hacia el registro más grave para luego ascender con absoluta pureza hasta las alturas, el símbolo de una libertad que se ve amenazada, pero que acaba alcanzándose en última instancia. El impacto es incluso más deslumbrante en los pasajes de coloratura a modo de fuego graneado que hacen que se luzca su sensacional tesitura de tres octavas a una velocidad vertiginosa”.

Hace falta ser un artista especial para brillar en las arias diabólicamente difíciles que constituyen la esencia del paisaje de la ópera barroca y de los primeros títulos belcantistas. Franco Fagioli posee la necesaria combinación de agilidad técnica, variedad tímbrica y amplitud de registro vocal que se necesitan para triunfar en obras que dejan perplejos a innumerables contratenores. El arte asombroso del cantante ha sido aclamado por los críticos de todo el mundo y atrae regularmente a públicos que llenan las salas deseosas de escuchar a un intérprete con el don de poseer una rara capacidad para ejecutar las espectaculares escalas, saltos y grupetos de las obras de lucimiento virtuosísticas de mayor dificultad.

“Fagioli es un intérprete absolutamente cautivador, tanto en […] grandes piezas proclives a lucirse, donde su atletismo vocal es sorprendente, como en números más lentos y más íntimos”, señaló The Guardian de Londres en la crítica de su grabación de arias escritas por Nicola Porpora, el famoso profesor de canto y compositor del siglo XVIII. Otros críticos han alabado la “legendaria sutileza” del contratenor, su “prodigiosa agilidad, su registro de tres octavas y su enorme despliegue de colores vocales”, así como sus “ráfagas de coloratura y sus audaces descensos en picado”.


JAKUB ORLINSKI


Magnético. Subyugante. Arrollador. El joven contratenor polaco Jakub Józef Orliński (Varsovia, 1990) no es solo una de las voces más celebradas de su generación, del que la crítica ha proclamado tanto la extraordinaria belleza de su línea de canto como su tremendo impacto escénico. También es un cantante conectado a los impulsos contemporáneos de la joven audiencia que lo admira y lo sigue en redes sociales, pues Orliński es un apasionado b-boy, es decir, un acreditado bailarín de break-dance -hasta el punto de que ha sido premiado en competiciones de hip-hop- conectado con las culturas urbanas, ha protagonizado spots de ropa de calle y ha actuado como bailarín, modelo y acróbata para campañas de Nike, Samsung o Levi’s, entre otras grandes compañías internacionales.


PHILIPPE JAROUSSKY


Este sensacional contratenor francés ha sido entrevistado en las páginas de Shangay en varias ocasiones; ahora queremos ofrecer una semblanza plumera y floral de esta incomparable ‘bruja musical’ y de sus singulares cualidades como artista y como persona.

La segunda parte del título de este artículo, de solo tres palabras, es la mitad de un verso de Calderón de la Barca. Forma parte del célebre monólogo de Segismundo en La vida es sueño, donde define al ave como “flor de pluma/o ramillete con alas”.

La primera, Philippe Jaroussky, de solo dos palabras, encierra aún más poesía, pues es el nombre de un ser que ha venido a encarnar un ideal de perfección artística en el mundo que queremos construir, un mundo no binario, queer y andrógino, libre, rico y complejo. No temamos hablar de perfección; abandonemos ese absurdo prejuicio –que, como tantas tonterías, la sociedad trata de inculcarnos desde pequeños– según el cual semejante cosa no está al alcance de la especie humana: si así fuera, el arte no habría sido posible en ninguna de sus formas.


Las reseñas o análisis musicales de los contratenores han sido obtenidos de internet

2 comentarios sobre “CONTRATENOR VS CASTRATI

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