Lejanamente, se oye el sonido de una radio. Estoy en el umbral de la vieja casa que nos cobijó el amor entonces y que se parecía tanto a la vida. No estoy segura de querer entrar… o huir; me engañan los sentidos. Hay una penumbra que recorre mi carne y el paisaje de paredes desconchadas que me rodea, y una neblina transparente, como la luz de un atardecer adormecido, que baña levemente las llagas que dejamos en el suelo de madera del salón.
Todo era posible en los sueños…
El vértigo,
el temor a la herida del deseo
tu cuerpo y mi cuerpo desbordados
en ciénagas de sombra
y de la luz más bella,
O el despertar confuso del alba
de pronto enloqueciendo
las bocas, los muslos,
como pájaros heridos
de pasión contra los espejos ciegos.
Estoy en el umbral de esta vieja casa y no sé si quiero entrar o huir.
«Podría llamarle tristeza a esta duda, y quizás acertara…»
@mjberistain