El ángulo de la luz


Seguí tus pasos
hasta el infierno de los dioses
más puros, no hubo inconveniencia,
me miraban con deleite de voyeurs,
yo llevaba flores en los bolsillos
y almidón en los vestidos.

Sentía el rubor de la culpa
y la voz incendiada de mi conciencia.
Sentía sobre mí el ángulo de la luz
que atravesaba las persianas a la hora de la siesta,
mi cuerpo desnudo capturado por los espejos.

¿Fue renuncia o fue olvido?
¿Qué importa ahora?

Llevo el corazón hilvanado de olvidos
evocan el mapa inconcreto de la sangre
cuando latía errante en noches de pasión
y voces advenedizas.



6 comentarios sobre “El ángulo de la luz

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