Ven conmigo
hay un sonido lento,
lejano que no deja lugar a la duda,
la vida que empuja la muralla de la alborada.
Es tierna la noche y oscura
atraso las horas del reloj
para escucharte adentro,
mar de mis ensueños
antes de que nos persiga
el día por las playas calladas.
Mar solo
de espumas dulces sin testigos
de esos besos que se escapan
y que vuelven con el sabor de la sal
entre los labios,
jugando por la orilla enamorada.
Son las tres de la mañana
la luna está traspuesta
pensará que nadie la está mirando
el amor es lento y la soledad inmensa
tu y yo solos en el sueño
y en la eternidad de sus entrañas.
@mjberistain
Precioso.
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La luna le mira a la cara,
como al amante, su amada,
y las palabras se adornan
de espumas y caracolas
para dedicarle unos versos
a este mar ahora en sombras…
Precioso poema, Mª Jesús, me ha sugerido cuatro versitos dedicados a ese mar espectacular de la fotografía.
Un abrazo.
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¡Cómo nos une el Mar!. Gracias por esos versos hermanados. Un gran abrazo.
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¿Por qué será que el mar (el Mar) es la metáfora de las metáforas? Claro está; para un poema como el tuyo, es un poquito más que perfecto, porque también lo es todo: calma y pasión, añoranza, presencia, misterio… Nosotros, pequeñitos seres, nos perdemos en él como sólo podemos hacerlo con aquello que es pura inmensidad (la noche, esa otra metáfora, tiene un fin; el mar no).
Un abrazo.
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