Me asalta el sonido familiar de las campanas.
Un gesto rutinario me hace mirar el reloj
en lo alto de la catedral.
Confirmo que es la hora exacta.
No puedo evitar romper la barrera
del sonido
de las voces de ayer
y saborear el desaliento
que me recuerda a viejo almizcle
cuando pienso en ellos,
Decido perderme en la ciudad vacía
bajo el poder insistente de las lluvias,
deambular sin prisa
y compartir el silencio o la tormenta
por los horizontes de la inocencia.
Los jardines siguen desnudando
despacio sus otoños.
Aprecio
el saludo esquivo del jardinero de siempre
—su cigarro colgando de sus labios—
y su mirada exigua…
@mjberistain
Qué suerte tienen algunas campanas, encima de que las tocan les cantan estas maravillas!!
Me gustaMe gusta
Las campanas inspiradoras siempre de grandes sensaciones y versos tan bellos como los tuyos.
Mi abrazo, amiga.
Me gustaMe gusta