Jadeaba el silencio entre las flores
los dedos deshilachados de escarcha,
hacía frío entonces en el jardín
huérfano, distante de las ciudades.
Y volvíamos, obstinadamente,
síntesis aguda repitiéndose
entre madrugadas de cafés lentos
y migas de ternura por los suelos.
Despacio, muy despacio abrazando
la inminencia tiránica del amor,
la belleza de su pequeña muerte
de lirios y pétalos quejumbrosos.
Había dulzura de vieja ofrenda
incrustada entre la piel de los huesos
y una oración devorando el miedo
enmudecido a pronunciar te quiero.
@mjberistain
Escultura de Oteiza
¡Hola María! Me ha encantado tu blog y tu forma de escribir, bellos poemas, impresionantes, fuertes.
Un fuerte abrazo.
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Elia, hace tres semanas (por lo que veo) que recibí tu mensaje y desde aquel día veo que no te he dado respuesta.
Quiero agradecer tu presencia y tu comentario que me hizo y me hace muchísima ilusión recibir. He estado semi-perdida por el mundo este tiempo y hoy retomo (a ver si lo consigo en serio). Te mando un abrazo envuelto en mi agradecimiento sincero. Nos leemos.
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Brillante …
me quedo con esa expresión, quizás algo cruel de… «la inminencia tiránica del amor»
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Gracias por tu presencia entre mis páginas y tu comentario, no pretendo ser cruel… aunque sí, es cierto que pueda interpretarse así… hummm de cualquier forma, no rectificaré, sorry! Un abrazo y de nuevo, gracias.
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