Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio.
A. Pizarnik
Tiemblan las madrugadas entre las sábanas del silencio.
No sabrás nunca que me abrazo al vacío como un náufrago
cuando solo se escucha el rumor de las telarañas por los rincones,
mientras tejen con finos hilos las cadenas que te atan a mi soledad.
Te diría que la noche ha estado llena de rostros ausentes.
Delicadamente levantaban la máscara de oro de Tutankamon,
y no pude atreverme a mirar al fondo del hueco de sus ojos
donde soñé que aguardabas, en la locura del lenguaje más impuro.
Que ya no siento sed cuando miro al mar,
que entre las rocas solo queda el fulgor de un sol que muere
y el estruendo de la música de las algas
cuando se acaba otro día más sin saber de ti.
Un velero vuelve despacio, como si un corazón regresara
cansado cada tarde a casa.
Te diría que ya no siento sed cuando oscurece
porque sé que las fuentes se apagan por las noches.
No sé si tú volverás pero ya ese futuro no me importa,
me quedan tus vocales encendidas bajo la paz de mis párpados,
el oscilante cuerpo del amor en el que te recuerdo,
y aquel fuego en el fondo del miedo al mañana que ocultábamos entre los besos,
y que se cuela ahora entre el polvo de luz por las persianas.
@mjberistain
Es inevitable, para mí, evocar al mar o usarlo como metáfora siempre que toco un tema como el que nos compartes con tu poema. ¿Qué tendrá el mar para ser siempre el símil de la espera? Al margen (y debería haber empezado por aquí, me disculpo por ello), tu poema es bellísimo, gracias por compartirlo (muchas veces en la red vemos poemas que parecen poco trabajados o algo inconclusos –también los míos–; pero en este caso no, está «redondito», sin fisura alguna).
Un fuerte abrazo.
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Si, como él se mueve el corazón en su tejido íntimo.
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La calidad envuelve cuanto escribes, la elegancia, la sonoridad, la belleza de la imagen.
Qué hermoso poema, ¡qué grande! Gracias, querida María Jesús.
Gracias y un enorme abrazo.
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Mi admirada Isabel, algo me ha llamado hoy después de muchos días hacia aquí, hacia tus palabras que quedaron pendientes en algún rincón oscuro… Quizás no supe, en el momento que las leí, reaccionar a toda la emoción que me embargaba. Sí, seguramente fue eso porque de otra forma no me lo explico. Hoy retomo el hilo de mi conversación contigo deseando que vaya durando eternamente. Un abrazo especial.
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