No hay ningún precipicio al otro lado, solo lo de siempre. El futuro es como ese horizonte que nunca llega y se desvanece en la bruma.
El miedo, el verdadero vértigo, lo provocan esas cosas que pensamos que no van a llegar hasta que las tenemos delante. Lo cierto es que me hubiera gustado que el mundo fuera plano y el tiempo tuviese fronteras infranqueables, como imaginaba de niño. De esa manera estaríamos obligados a volver cuando llegásemos al borde del precipicio y empezar de nuevo. ¿Lo imaginas? Un pasaje de ida y vuelta al final del mundo y del tiempo…
Jose Antonio Garriga Vela (extracto)
***
«Deberíamos vivir tantas veces como los árboles,
que pasado un año malo echan nuevas hojas y vuelven a empezar».
Jose Luis Sampedro
Hermosa fantasía, sin duda. Con respecto a la frase de Sampedro, creo que de algún modo eso es lo que hacemos… vivir nuevamente una vez que nos hemos ido. En la entrada anterior hice referencia a tus imágenes y Thoreau; ahora haré lo mismo pero enlazado a estas palabras de Sampedro. Thoreau crea una relación entre las hojas muertas y el mantillo que ellas mismas crean para que el árbol siga alimentándose y dice «No enseñan a morir». ¿No es eso, entonces? ¿No volvemos a nacer después de haber muerto? Tal vez no lo haga nuestra conciencia, pero nuestra materia estará allí, renovada y formando parte de otra forma distinta.
Abrazo apretado.
Me gustaMe gusta