El Moneo que me piensa

Kursaal

Tenía veintipocos años cuando se demolió el antiguo Kursaal. Recuerdo que el impacto entre la gente de la ciudad fue muy importante. El sentir era de incomprensión y de temor porque aquello respondiera a una maniobra preparatoria de especulación con un solar privilegiado a orillas de nuestro mar. El solar al que llamaron «solar K», se mantuvo vacío durante otros veintitantos años, tiempo durante el que se estudiaron y se desecharon variadas y diversas propuestas.

La resolución del jurado explicaba así los motivos de su decisión
al elegir el proyecto de Moneo

El lema decía: DOS ROCAS VARADAS

«POR el acierto en la consideración del solar K como un accidente geográfico en la desembocadura del río Urumea, por la liberación de espacios públicos como plataformas abiertas al mar y especialmente por la rotundidad, valentía y originalidad de la propuesta» 

Para los ciudadanos se hacía difícil reconocer que otra construcción pudiera compensar del glamur perdido con la demolición del antiguo Kursaal.

Sin embargo, con el paso de los años, la integración en nuestras conciencias de ciudadanos de aquel nuevo edificio, admirado por unos y rechazado por muchos, fue lenta pero profunda. Quizá ello tuviera que ver con el propio carácter de los vascos…

No tengo palabras para explicar que la magia de Moneo consiguió engrandecer la ciudad respetando, a pesar de su innovadora propuesta, la fuerza del paisaje y de la arquitectura romántica con la que nos sentíamos tan identificados a través de los tiempos.

@mjberistain

Moneo

Extracto del artículo de Ana Belén García

El arquitecto Rafael Monero (Tudela, 1937), es un hombre elegante, amabilísimo, y con un punto de timidez.

Según sus propias palabras Moneo concibe el desarrollo de los edificios por su capacidad de integrarse en la vida de las personas y por el respeto al lugar donde se ubican. Un tema que le apasiona y motiva.

Moneo ha sido el primer español en ganar el Prizker en 1996, considerado el Nobel de la arquitectura, y también son suyos el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2012) y el Premio Nacional de Arquitectura (2015). El arquitecto ha pasado 30 años como docente a caballo entre España y EEUU donde ha ejercido como Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Harvard.

“la ciudad misma es la arquitectura y es donde la gente entiende y debe apreciar lo que un edificio debe dar de sí”

Amante de la poesía y viticultor experimentado, lejos de jubilarse, Moneo mantiene un estudio con una veintena de profesionales en el que vuelca una actividad con la que aspira a que los edificios adquieran su propia personalidad por encima de los arquitectos.

«Su obra enriquece los espacios urbanos»

Según el Jurado del Premio Príncipe de Asturias que le fue concedido en 2012,

«Como maestro reconocido en el ámbito académico y profesional, Moneo deja una huella propia en cada una de sus creaciones, al tiempo que conjuga estética con funcionalidad, especialmente en los interiores diáfanos que sirven de marco impecable a las grandes obras de la cultura y del espíritu».


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