Poema de Gervasio Alegría
Porque el deseo empieza
en el brillo de una mirada retenida,
en la turgencia de un torso sugerido bajo un lienzo tirante
en la solidez palpable de unos muslos
que las palmas de las manos moldean incansables,
en el ligero temblor de un labio
que anhela el beso de otros labios,
en la sed que no se aplaca ni de bruces en la boca del otro,.
en la explosión de gozo en cada roce de dos cuerpos que se buscan,
en el abrazo de unas piernas
o unos brazos trepados a los hombros,
en el estremecimiento de dos cuerpos adheridos como hiedra
en la piel erizada, y en la mirada ida…
Hoy quiero anegarme y bucear en la laguna de tus ojos,
y escuchar el silencio profundo del amor insondable,
inmensurable,
y aspirar los aromas y embriagarnos.
recorrer cada rincón umbrío de nuestra geografía
con el dorso de los dedos temblorosos,
recorrer cada relieve, cada surco rugoso o cada cráter
y explorar cada sima,
dejarnos resbalar por las pendientes,
por la piel sudorosa
enredar las lianas de los brazos,
entrecruzar los dedos hasta hacernos daño
hasta cerrar los ojos
y gemir
y fundirnos
y explotar y caer y dejarnos vencer y rendirnos
y suspirar.