Sobre la mesa desde la que escribo se posa la luz tibia de la luna, huidiza, fugaz como palabra de amor que se disuelve antes de que llegue el amanecer.
No encuentro más verbos que los que duelen en esta noche sin horizonte, solo siento la lluvia y el ardor de las llagas de agua salada pujando por alcanzar la otra orilla.
Recuerdo la luz del adiós como un beso blanco, como la mirada del mármol desnuda, buscando algún refugio entre las palabras que nos quedaban por decir.
Bajo hasta la playa
Permanecen, como restos en carne viva de un naufragio, las voces de tu voz, tus rasgos de ceniza, las mareas con tus ritmos, la luz escueta y el silencio en el mar convulso de las ausencias…
@mjberistain
Fotografía Mark Littlejohn