I
Prendí a la brisa mis enaguas
de otoñales esperanzas.
Rodaron los sueños
ilimitados
por el eterno verde reciente de los campos
robándole, a tientas,
hilos de caricias a la bruma
tejiéndole entre versos
besos de lluvia y enredadera
mientras se desnudaba el otoño
palpitándome en las venas…
II
Como vigías del alba
horadan la piedra, inocentes,
ininterrumpidos ojos
de oscuros silencios
licuados en antiguos desvelos
Adentro,
al amor de una lumbre entrañable
recorren tristísimas la memoria
las horas
que fueron huidizas esperanzas,
las horas
que hoy son llagas
ardientes surcos de piel enroñada.
Otra tarde se aleja
enhebrando su última luz por las grietas…
III
Bulle la ciudad bajo una niebla
de rostro insobornable
y memoria retrocedida
a un ayer difuso como su talle.
Dispersas, taladran la bruma
obstinadas cúpulas; afiladas
conciencias enmarañadas
de interrogantes
que el alba es víspera
de un nuevo abismo bajo la bóveda vacante.
@mjberistain/87 Del libro «Apuntes de Salitre»