De tus labios
de ocre sabor a algas
llevo impregnada
la definición de mi existencia
y mi boca,
como del aliento que empaña
desde la húmeda concavidad del deseo
la sola palabra que te nombra,
pero a ratos me apremian los suspiros
tallándome la vida,
repitiéndose en exceso hasta llagarme
mientras trato de ahogarlos
entre gestos extraviados
contra el hueco alivio de los espejos.
Y a pesar de que palpita voluntariosa
la esperanza
afanada contra el goteo invencible del tiempo
va supurando distancia la duda
erigiéndose en heroína
—deidad diabólica—
sobre el quebranto de nuestros párpados.
@mjberistain
Fotografía Abel Francés Quesada – Flickr