Artículo de Jose Antonio Marina
Una fantástica empresa dedicada a inventar me pide que colabore en el diseño de una colección de cuentos para introducir festivamente a los niños en el mundo de la poesía.
Lo primero que pienso es: ¿y para qué tienen los niños que aficionarse a la poesía?. Cuando no sé qué pensar sobre un asunto, intento siempre ir a su origen. ¿Qué misteriosa necesidad ha hecho que la humanidad cree poesía durante milenios?. He recordado algunos de los poemas que aprendí en mi niñez.”El lagarto y la lagarta/con delantalitos blancos./Han perdido sin querer/su anillo de desposados”. Este poema de García Lorca contiene unos versos que me siguen emocionando. “Un cielo grande y sin gente/ monta en su globo a los pájaros”. ¿Por qué este verso tan sencillo me produce tanta euforia?. Siento que mis posibilidades de mirar se han ampliado. La bóveda celeste que veo todos los días forma ahora parte de un mundo de juguete, es un gran globo de parque de atracciones, que lleva a los pájaros de excursión. Hasta el imponente sol se ha decidido a jugar. “El sol, capitán redondo, lleva un chaleco de raso”.
Creo que ya he encontrado una de las grandes motivaciones de la poesía: La poesía hace valioso el mundo mediante las palabras. El ser humano necesita ampliar sus posibilidades y enriquecer el mundo con ellas. No se conforma con lo que tiene, inventa, explora, pinta, construye, canta.
Una afirmación tan irrebatible como “las cosas son lo que son” resulta, pues, deshumanizadora y falsa. Las cosas son lo que son, más el conjunto de sus posibilidades. La pasividad nos imposibilita, nos lleva a la rutina, a la mediocridad y al tedio. No estamos aburridos porque el mundo sea aburrido, sino que el mundo es aburrido porque lo estamos nosotros previamente. El modorro ve en todas las cosas la monotonía; el poeta, en cambio, lo irrepetible. No hay dos sonrisas iguales. Ni dos llantos. Ni dos manzanas. El lenguaje poético hace relevante lo que teníamos siempre al lado sin percibirlo.
Acuérdense del gran Machado, emocionándose porque “al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido”, le ha brotado una ramita verde. Al contrario convierte un hecho cotidiano en hecho poético. Y nos hace un gran favor.
He dicho que la poesía hace valiosa la realidad mediante las palabras. Entre las realidades que transfigura está el propio lenguaje, al que hace más expresivo, más cantarín, más juguetón. Jugar con las palabras es un juego que divierte a todos los niños. Jugar es otra de nuestras grandes motivaciones, otra raíz de la poesía. Y hay algunos poetas quehan encontrado sus mejores posibilidades no al hacer poesía para niños, sino haciéndose niños para hacer poesía, como Alberti: “Don diego no tiene don,/ Don/ Don dondiego/ de nieve y de fuego;/ don, din, don/ que no tienes don/ ábrete de noche,/ cicérrate de día,/ cuida no te corte/ la tía María,/ pues no tienes don”. Recuerdo las deliciosas canciones que cantaban las niñas al saltar a la comba: “Al pasar la barca/ me dijo el barquero/ las niñas bonitas/ no pagan dinero”.
Otras veces, el lenguaje se concentra y adquiere una intensidad mágica. Encierra en una frase muchos significados, y al entenderla parece que estalla en nuestra cabeza como fuegos artificiales. Una situación alegre o triste queda concentrada en once sílabas, como en Quevedo: “Polvo seré, mas polvo enamorado”. Aleixandre cuenta una tragedia en tres líneas: “Tú, en cambio, sí que podrías quererme;/ tú, a quien no amo./ Al lado de esta muchacha veo la injusticia del amor”. La poesía concentra e intensifica el mundo. De nuevo otra necesidad cumplida. Aspiramos a vivir, aunque sea intermitente, en la intensidad.
Por último, la poesía nos libera. ¿De qué?. De la pesadez, de la desidia, de la desesperanza. Es admirable que un poeta, con tan poco haga tanto. Esta es la definición de nuestra libertad: hacer mucho con poco. Cuando nos sentimos impotentes, la realidad resulta siempre abrumadora. Pero la inteligencia intenta zafarse de esa opresión, sentirse poderosa y ampliar la realidad con nuevas posibilidades. Aficionar a los niños a la poesía es animarles a no dejarse apabullar por el mundo, a estar alerta, a sentirse más libres, a admirar. En una palabra, es enseñarles a hacer más valiosa la realidad, y a vivir en ella.
Reblogueó esto en Biblioteca Uptc Sogamoso.
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