Me llamo barro
eterno barro que emerge
lluvia, buril vagabundo
que trabaje sin planos,
yo, pujante arcilla
ansiosa de escultura!
Se estremeció al contacto de las manos
y ofrecía su cuerpo al alfarero
que ella siempre anheló: primero el rostro
después el talle, luego las rodillas.
¡Oh, sí! Mujer de barro que se vuelve
cántaro de agua, miel, vasija húmeda,
copa de amor para los desmayos
maceta de albahaca taza honda
cáliz de olor jofaina regalada
pila bajo la fuente perdurable
lamparilla de aceite que alumbrara
noches sin sueño y páginas de un libro
que está por escribir.
¡Oh, sí; ser barro!
Barro que ha descubierto a su alfarero.
Autor: Jose Agustín Goytisolo