Desde muy joven mantengo una relación de amistad con la torpeza y el error. Como dice Irene Vallejo en uno de sus textos publicado en El País, quizá por esa sabiduría que enseñan las cicatrices.
Ella se refiere a la adolescencia, pero yo hace tiempo que pasé de ella. Reconozco que, en algunas ocasiones, me horroriza equivocarme y defraudar, porque escuché en mi infancia la frase fatídica que hirió mi autoestima para siempre: Si no tienes nada importante que decir; cállate. He madurado silenciando mis preguntas cuando he pensado que debería de saber las respuestas; he ralentizado mis pasos por miedo a un posible tropiezo; he cerrado puertas a mi espontaneidad ante el miedo al desacierto.
Me doy cuenta de que no soy la única persona que sufre de remordimiento y ansiedad. Irene, sabiamente, supongo que para aliviar algún alma abatida que pudiera existir por esta circunstancia, recuerda hechos que ocurrieron antes del siglo V antes de Cristo. Leo con interés la fórmula para protegerme de alguna manera.
Habla de Anne Carson, nacida en Toronto, en 1950, escritora, poeta, ensayista, traductora y profesora de literatura clásica y comparada en la Universidad de Michigan. Está considerada por la crítica literaria como la poeta viva más importante de las letras anglosajonas. En 2020 fue galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
Mucha gente, incluyendo a Aristóteles, opina que el error es un suceso mental interesante y valioso. No es solo que las cosas no son lo que parecen, y de ahí que nos confundamos; además la equivocación es en sí valiosa.
Nuestras estupideces tienen el mérito de zarandear el entramado de inercias y tópicos que nos fabricamos para avanzar cómodos y monótonos por la vida. Hay una belleza veterana y aguerrida en el hecho de reconocer las sandeces propias sin drama, disimulo ni autoflagelación.
Como decía al principio de este pequeño comentario; estoy familiarizada con el miedo a la torpeza y el error, aunque me falta ese punto de heroicidad para lidiar con el ridículo; imaginación para convertir mi torpeza o error en una obra de arte, utilizar el humor como consuelo y a través de él reivindicar esa risa humilde pero no humillante. Y, en definitiva, aprender a salir airosa afirmando mi propia dignidad tambaleante.
Mi agradecimiento a Irene por compartir la gran calidad de su escritura.
Gracias por tus palabras, Mª Jesús, y por las que nos has hecho llegar de Irene Vallejo. Son unas vitaminas increíbles y necesarias para no angustiarse por los errores, para reflexionar y aprender de ellos, y seguir adelante.
Mila esker!
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Gracias, María Jesús, qué gusto visitar tu blog. Un abrazo!
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Querida Isabel, agradezco mucho tu visita y tu comentario. Es como un subidón, necesario algunos días; otros, me alegra saber que compartimos estas pequeñas cosas que nos unen y me da paz. Muchas gracias. Hoy es el cumpleaños de mi hija mayor. No sé por qué te lo cuento, gracias por tu Luz.
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Supongo que estoy de acuerdo porque yo también soy de los que navegan entre la torpeza y el error; a veces incluso doy un paso atrás y convierto la torpeza en estupidez. Son incontables las ocasiones en que entro a mi blog, si es que ese cúmulo de desatinos puede llamarse así, y lucho contra mí mismo para lograr vaciarlo, hacerlo desaparecer, destruirlo. Pero mi otra vertiente argumenta que quizá jamás pasé de la adolescencia y por ello he de aceptar mi condición de humano anodino.
Eso sí, todo lo anterior no es óbice para admirarme cada vez que te leo o con cada imagen que captas. Felicidades por ser tan interesante. Un abrazo.
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Buenos días, PEDRO. Muchas gracias por tu comentario. Podría subrayar cada una de las palabras que escribes sobre tu blog. He llegado hasta «Borrar contenido» varias veces. Y allí me asalta el freno de mano. Mucho del contenido no son sandeces mías, sino escritos, lecturas que me ha interesado guardar, y en lugar de hacerlo, como hacía antes, en cajones, los mantengo mejor ordenados. Así puedo consultarlos cada vez que siento la necesidad de rememorar algo. Por ejemplo, hoy hablaré del «Tango». Todavía no sé cómo lo haré… Y sé que tengo «contenido» de otras ocasiones en las que me he referido a ello. Así que, voy a ponerme a disfrutar un rato de hacerlo. Esta sensación de disfrute es la que me aporta el Blog, y no voy a renunciar a ella… Además de mi propia satisfacción, me agrada mucho la presencia de lectores, como tú, que llegan hasta aquí y me dan un abrazo virtual con sus likes. De verdad que lo aprecio.
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