El viento sacude las enaguas amarillas del otoño. Busca la boca desnuda de los bosques con pasión de enamorado. Desde el centro del pueblo llega un murmullo de voces infantiles por las estrechas pendientes empedradas. Hay hombres viejos sentados aquí y allá que parecen apacentar las horas. Las ventanas se tornan con lenta indiferencia dejando que se filtren finos hilos de luz silenciosos por las grietas. Se va haciendo tarde.
No tengo prisa, todo es un sueño. Llevo una vieja mochila al hombro.
Las sombras me siguen como afilados cuchillos negros. He subido hasta la cima con mi corazón a cuestas. Escucho el latir de las piedras, hogueras de estrellas enciende el mar, fuego fulgurante. Todo es un sueño. La noche ha borrado los caminos, el tiempo, los nombres…
En la lejanía navega indecisa mi vieja mochila.
Late el corazón apretado a las piedras, a las estrellas, al mar que rompe en el acantilado…
@mjberistain
Muchas gracias por difundirlo en tu Blog, un saludo.
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¡Qúe bello! Un placer haber coincidido con su perfil. Saludos calurosos desde México.
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Un saludo especial también para vos. Muy agradecida por su presencia entre mis cosas y por su muy amable comentario.
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Comienzas con un bellísimo verso. Todo el texto es un regalo poético. Muy bonito, María Jesús. Gracias por compartirlo.
Un gran abrazo, poeta.
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Mi querida Isabel, tu presencia y tu comentario son un regalo. Me alegro de que, después de leer mis primeros balbuceos después de este tiempo, te haya gustado lo que encuentras en mi humilde casa. Un gran abrazo.
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