Me he sentado en el viejo muro de piedra, junto al mar. Cerca hay unos jóvenes que juegan a besarse y pienso que te amo de otra manera, distinta a la de los que se abrazan y se estrechan durante unos instantes para luego separarse y olvidarse.
No llevo los labios pintados ni soy un alud de sonrisas. La palabra se me complica porque mi amor no es breve.
Soy lo que regalas a mi timidez, lo que hurgas en las heridas con la benevolencia de tus besos, las amapolas que naces en mis pechos, el viento que merodea entre mis dudas y muerde mis talones cuando busco cobijo e intento hundirme en la misma huella.
Pero dejo dormir en mi sien tu latido incógnito, el pulso del reloj marcando un tiempo infinito, la verdad desnuda de lo más sencillo, donde nos habitó la vida más cierta y más profunda.
Me he sentado en el viejo muro de piedra, junto al mar, y me gusta leer los nombres de las barcas sencillas
La tarde envejece entre pliegues de plata, y el sol, que todavía hiere…
@mjberistain
Escultura Oteiza
Fotografía Luis M. Lainsa
Precioso relato.
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Luis, Agradezco de verdad tu comentario. Un saludo.
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