LAS RUBÁIYÁTAS



¿Sabes?
Lloro porque voy a volver;
con humildad hui otras veces, y regresé otras veces con la misma humildad; lloro de cotidiana incertidumbre, no sé cómo vivir, no sé qué hacer.
La fuga y el regreso son mi destino, mi pesadumbre, mi huérfana inmortalidad.


A propósito de un «lapsus» que he tenido en «Reflejos en el Agua», -y que ya he corregido- he recordado uno de los libros que me han llevado a lo largo del tiempo a releerlo unas cuantas veces. Me refiero a las Rubáiyátas de Horacio Martín, por el que Félix Grande fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía en 1978.

Por entonces yo era «aprendiz de poeta» —como ahora— y en una de mis incursiones en alguna de las viejas librerías por las que solía perderme, me topé con este título. Digo título porque a primera vista me impactó. No entendía nada. Ni sabía qué eran las Rubáiyátas ni quién demonios era Horacio Martín. Nada de esto constaba en el repertorio de libros de poetas que yo admiraba y en aquel momento en el que la información no era tan asequible como «wikipedia», tuve que comprarme el libro para entender de qué iba.

Nada más abrir la portada leí con interés el texto que incluía el director de la colección «Ambitos Literarios». Estaba dirigida por Luis Alberto de Cuenca, y entre otras cosas decía:

«La expresión literaria, poética o narrativa, es símbolo y es testimonio. Es también recreación de la vida y del lenguaje; libertad, como acto fundamental de encuentro con la realidad y su devenir…»

El prólogo de Verónica Almaïda Mons captó definitivamente mi atención, y Félix Grande (al que ya conocía) se convirtió en uno de mis poetas de culto.

In Persian poetry Rubáiyát is a verse consisting of four-line.
Se trata de estrofas de cuatro versos. Aparecen en la principal obra poética del persa
Omar Khayyam poeta, matemático y astrónomo (1048).

«Las Rubáiyátas de Horacio Martín engendran, cada vez que se leen, una especie de emoción oceánica»

«Sé involuntaria. Sé febril. Olvida
sobre la cama hasta tu propio idioma.
No pidas. No preguntes. Arrebata y exige.
Sé una perra. Sé una alimaña.

Resuella busca abrasa brama gime.
Atérrate, mete la mano en el abismo.
Remueve tu deseo como una herida fresca.
Piensa o musita o grita «¡Venganza!»

Sé una perdida, mi amor, una perdida.

En el amor no existe
lo verdadero sin lo irreparable».

Mientras nos lo prohíben
juguemos, sí, con fuego
Un himno a los que viven
como una brasa el juego

En la ocasión primera
huye del lento hielo y arrójate en la hoguera

Atizarán el fuego mientras bramas
y escupirán al fuego
Mas tu sentido sólo está en las llamas
Para ellos la razón, para ti el juego

En la ocasión primera
devuélveles su frío y arrópate en la hoguera

Únicamente vive lo que arde
Alabado sea el fuego
Abrásate de amor, juega tu juego
Que el amor te preserve y que el fuego te guarde

Y en la ocasión primera
besa humilde las llamas horribles de la hoguera.

Tú eres el lenguaje profundo
Contigo todo tiene nombre.

Imagen adiciones.es


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