Lo malo de sobrevivir es que consiste en perder tanto como ganas. Lo malo de ir avanzando es todo lo que dejas atrás. Llegas a cualquier parte y el sitio del que saliste empieza a parecerte mentira.
Separarse de algo es como partirse por la mitad, te convierte en dos personas diferentes, una que se queda con su propia historia, con los recuerdos; tuvo amigos y quizás enemigos, escribió algún libro, viajó bastante por ciudades de otro tiempo, estuvo a punto de morir dos veces, alguna tarde conoció a Lou Reed…
Y la otra parte que no tiene nada, pero que se ha quedado con su nombre, con sus libros, con su casa, con sus dudas…
Y ya vale para empezar de cero y no querer ser la parte de nada.
Quizás escriba alguna vez sobre algo que la otra parte dijo que soñó una noche: estaba en un lugar desconocido y había una tormenta de nieve: la vio caer durante horas, tal vez durante años; la vio tomar las calles y los tejados, acumularse poco a poco sobre sí misma; al fin salió el sol y al deshacerse la nieve apareció debajo una ciudad distinta, un mundo nuevo, más limpio, idéntico a un poema sin tachaduras o a un cuerpo sin cicatrices…
variaciones sobre texto de Benjamín Prado
Escultura Chillida