MATISSE (algunos apuntes)

PINTURA Y ESCULTURA


Con motivo de la exposición de MATISSE que presenta Caixa Forum en Madrid, me permito acoger en mi blog algunas de las frases que más me han interesado de su PROCESO ARTÍSTICO.

«El arte moderno es un arrebato del corazón«.
Así definía Henri Matisse (1869-1954) la esencia de su pintura articulada sobre la emoción. 

La muestra también incluye cuatro esculturas de bronce del artista que al final de su vida «pintaba con tijeras» y se pasó a las obras de gran formato al perder precisión en el pulso.

No pinto cosas, sino sólo las relaciones que las conectan”.

Matisse revolucionó la pintura europea con una idea explosiva del color. En los años cincuenta, sus collages transformaron la idea del espacio pictórico. Más de cinco decenios de experimentación plástica que convirtieron a Matisse en un punto de encuentro. De ahí el título, Chez Matisse, que ponía el acento en la hospitalidad y las interrelaciones entre los artistas de distintas generaciones.

«La esencia del arte moderno es formar parte de nuestra vida«

Nacido en el Norte de Francia, se mudó a Niza en busca de la luz del Mediterráneo y construyó su carrera paso a paso.

Díscipulo de Gustave Moureau, hacia 1900, Matisse revolucionó la pintura europea con una idea explosiva del color. En los años cincuenta, sus collages transformaron la idea del espacio pictórico.

En 1910, el pintor francés viaja a Italia, descubre los mosaicos de Rávena y asimila la fuerza plástica de los iconos ortodoxos.

En los años de la Primera Guerra Mundial, su paleta se oscurece. Matisse define un espacio íntimo e incorpora el motivo de la puerta y la ventana —umbral de un mundo inquietante—, que encuentra un eco en la obra de otros artistas.

En agosto de 1914, mientras reside en Colliure, crea Puerta-ventana en Colliure, una obra clave que, aunque inacabada, marca su primer acercamiento al concepto de «negro luz» utilizando planos cromáticos intensos que anticipan nuevos caminos en su pintura.

Matisse introduce la mirada femenina que reflexiona sobre los límites de la pintura, el lugar de lo femenino y el valor de lo decorativo. Matisse defendía en una entrevista en 1945 que un cuadro «propaga a su alrededor, a través de los colores, una alegría que nos aligera«.

Lo femenino en Matisse adquiere un carácter «trasgresor», sus figuras irradian «fuerza plástica» con reminiscencias arcaicas a las venus prehistóricas a la par que son inequívocamente modernas. De acuerdo con la opinión de la comisaria de la exposición el artista no posa sobre sus modelos «una mirada masculina» que las «objetualiza», sino que tiene vínculos emocionales profundos con las mujeres que plasma en sus esculturas. Así, se produce «una interpenetración» con lo que el escultor convierte a sus figuras femeninas en una suerte de «autorretratos del propio Matisse».

La obra de Matisse es hija de su tiempo: desde la angustia y la introspección de los años de guerra, hasta la explosión de sensualidad de sus pinturas y collages de madurez, pasando por el descubrimiento del arte africano o ciertos devaneos con el puntillismo o el fauvismo.

En los últimos años de su vida, Matisse se vio obligado a abandonar los pinceles. Esta contrariedad estimuló su instinto artístico. Algunas de sus creaciones del último periodo, elaboradas con papeles pintados y recortados, son obras clásicas del arte del siglo XX. La obra de Matisse desencadena una sensación óptica de múltiples posibilidades expresivas y conceptuales, en la que el color siempre es clave.

«Un metro cuadrado de azul es más azul que un centímetro cuadrado del mismo azul«, Henri Matisse, 1907.

ESCULTURA

Más allá del collage, el color y las figuras planas que se asocian a Henri Matisse (1869-1954), su producción escultórica permite descubrir a un artista  intenso, dramático e introspectivo. «La fuerza expresiva de sus esculturas es ambigua, no proviene de la solidez, sino de la fragilidad. Muestra la huella de su mano, el trabajo sobre la materia, eso es lo específico de su obra escultórica». Las series desvelan su proceso creativo de ida y vuelta, desde el academicismo hacia la abstracción, con una repetición constante y obsesiva.

Con toda la intención, a Matisse le interesa el PROCESO DE TRABAJO ARTÍSTICO y en sus esculturas se pueden observar las marcas de las herramientas e incluso sus huellas dactilares, frente a la tradición que intenta ocultar el boceto, el pintor francés no lo borra, sino que lo incorpora al resultado final, como se ve en sus dibujos. Tampoco le importa «abrazar» sucesos como una caída fortuita que fractura el brazo de una figura o el metal que abre una brecha en la cintura de otra. Un defecto se convierte en una línea que refuerza la simetría de la pieza…

Lo femenino en Matisse adquiere un carácter «trasgresor», sus figuras irradian «fuerza plástica» con reminiscencias arcaicas a las venus prehistóricas a la par que son inequívocamente modernas.


Henri Matisse en su casa, Vence, Francia, 1944
Henri Matisse en su casa, Vence, Francia, 1944 © Fondation Henri Cartier-Bresson / Magnum Photos

Una curiosidad de la exposición es un hermoso libro de Ronsard ilustrado por Matisse. El pintor tenía dudas sobre si sus dibujos eran demasiado osados y escribe a un amigo acerca de si eran apropiados, en uno de ellos perfila el pubis de una mujer en primer plano: «Hay algunas cosas que son un poco atrevidas, ya me dirás si es apropiado para Ronsard, simplemente nadé en sus aguas como ilustrador. No puedo hacer las cosas a medias. Mis abrazos son ardientes […]«.

Cuando el artista creía que había agotado las posibilidades expresivas de la pintura o sentía que había llegado a un callejón sin salida volvía a la materia y a esculpir. La llama y la fuerza expresiva de Matisse siguen vibrando en sus esculturas.


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