Tiempo inseguro

Era ayer. Estábamos en verano. Las mesas de la terraza exterior estaban llenas de gente. Reconocí su mirada, aunque no sabía de qué color eran sus ojos.

Adentro, quedaba una mesa alta libre al fondo del bar, para tres personas, con una nota que decía que estaba reservada a partir de las nueve de la tarde-noche. Nos quedaban apenas unos minutos para tomarnos una cerveza bien fría que nos ayudara a aliviar los treinta y tantos, casi cuarenta grados de temperatura que marcaba el termómetro en la calle. El día estaba siendo agotador.

Hacía varios meses que no salía de casa por una complicación de salud. A cierta edad las estructuras que han ido deteriorándose a lo largo de la vida, sin que una se dé cuenta, lanzan avisos que le obligan a frenar la actividad durante unas semanas para reconstruirse y recuperar la energía. Aunque se sabe que lo hará en un tono menor, lo cual es una pena, pero la inteligencia dicta que es preciso admitirlo, adaptarse a la situación, y seguir viviendo como si no hubiera un mañana.

Reconocí su mirada, aunque nunca supe de qué color eran sus ojos.

Acercándome hacia el gran ventanal del fondo, un golpe de intuición iluminó su mirada en sombra debido al contraluz. No entiendo cómo me dirigí directamente a él antes de ocupar mi sitio en la mesa de al lado, en la que ya se estaba situando mi amiga. La iluminación de ambiente del bar era escasa, a lo que se añadía la luz del atardecer que entraba desde el exterior formando una cortina de luz neblinosa que me cegaba. Sin embargo, el magnetismo de su mirada me atrapó, y directamente, sin reconocerlo, me acerqué a saludarle.

Sé que en los escasos segundos que me costó llegar a él, fruncí el ceño tratando de recordar de qué le conocía a aquel hombre.

Aún con la duda, a un palmo de distancia, le pregunté:

—¿Es usted médico? —Más que nada porque los últimos meses, como he dicho, era con el único grupo de seres humanos con los que me había relacionado.

Se echó hacia atrás en la banqueta alta que ocupaba de espaldas a la ventana. Estaba acompañado por una mujer. Era posible que, sin pretenderlo, yo me hubiera acercado excesivamente y hubiera invadido su espacio vital debido al ambiente oscuro y ruidoso del local. Aún así, sin esperar respuesta, incidí en el tema aseverando, porque había conseguido acordarme de qué le conocía.

— ¡Es usted cardiólogo!

Sonrió esta vez. —Tampoco reconocía su sonrisa.

— No, —lo negó— soy ginecólogo; cardiólogo es mi hermano gemelo.

Sé que, de nuevo, fruncí el ceño, tratando de justificar mi confusión debido al gran parecido con su pretendido hermano, y la falta de luz en el local. —En mi ensoñación recordaba el atractivo de su mirada cómplice de ojos semicerrados por encima de la mascarilla azul que cubría gran parte de su cara, la bata blanca siempre abierta y la compañía constante de una enfermera—. Sin embargo, él, riéndose esta vez, intentaba convencerme de que eran hermanos gemelos y había mucha gente que los confundía. El tema dio bastante juego durante unos minutos, porque no dejaba de resultarnos cómico. Sé que le pedí disculpas queriendo escapar de aquella situación, atrevida por mi parte. Me despedí de la pareja, no sin perplejidad, aunque con educación, y me senté, dándoles la espalda, en la mesa contigua a la suya, junto al ventanal, a la que inicialmente nos dirigíamos mi amiga y yo para tomar una cerveza bien fría y descansar del ajetreo del día.

El sofoco ya no era solo debido a los treinta y tantos, casi cuarenta grados del exterior. Se había mezclado con una especie de soponcio al quedarme con la duda de si aquel hombre estaba queriendo evitarme por alguna razón social o personal y yo le había puesto en una situación comprometida, o, sencillamente, se estaba quedando conmigo.

La cerveza me pareció una de las mejores que había tomado en mi vida. Me entró directamente en vena. Sin embargo, el resto de la tarde y durante toda la noche no pude quitarme de la cabeza al personaje del que, seguía sin recordar el nombre.

Sin embargo, estoy segura de haber reconocido su mirada, aunque siga sin saber explicar de qué color son sus ojos…


@mjberistain

4 comentarios sobre “Tiempo inseguro

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