
Juan, de Lezo, su familia llevaba más de cien años habitando la misma casa al lado de la ermita del Cristo de Lezo, había compartido con mis padres algunas peregrinaciones que por parte de los pescadores se hacían al santo en agradecimiento por sus favores en la mar.

Llamó mi atención su sencillo sombrero visto desde atrás. Estábamos en Versalles. En el momento de tomar la fotografía ella se volvió hacia mí como por instinto, después… me sonrió.

Una de las mujeres más “bellas” que conozco; mi hija mayor,

Manuel se llamaba, era el barquero que nos llevó de excursión por la Albufera de Valencia.

La orquesta terminó tirada en el suelo, pero él se mantuvo en pie como un campeón.

Me acerqué a su padre para pedirle permiso
antes de fotografiar a esta preciosidad de criatura.

Una de las mujeres más bellas que conozco; mi hija pequeña.
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