Desearás recordar conmigo el viaje por el valle,
el camino recorrido de los hoteles a la ruina,
el tiempo derramado, los tiempos en el muro
y en el escueto paisaje de los cuadros.
Porque has regresado a la casa de entonces
por una calle de templos y museos:
apenas un rostro en un cristal, un árbol en el parque
y una nueva destreza que las manos confirman.
No soy un sueño ni un ruido en la noche,
ni una dama dormida que abraza al enemigo.
Soy una tenue sombra, un día inesperado.
Y tú, otra sombra impaciente sobre el muro,
un hombre recreando una carta de amor sin más empeño
que el de evocar una lección de geografía.
Recreación de un poema de C. Pérez Uralde