Me instalo en esta tarde tranquila
sin afán de nada,
esta tarde tranquila en la que amar
lo gris, lo no tan brusco ni glorioso;
perderme en mi interior sin ambiciones
asumir la penumbra y deslizarme.
Reflexiono en mi cuarto
mientras parece innecesaria
cualquier exaltación.
Me concentro en la absoluta calma,
solo escucho los ruidos de casa conocidos,
me miro los dedos de los pies.
Es solo el tiempo lento, el oleaje
que me eleva despacio hacia mí mismo,
un dejarme arrastrar por la marea.
Existir, todo y nada,
ese instante tan mío que ahora habito.
—
Extractado de Setiembre 27
Autor Vicente Gallego