Salgo al jardín. Es fría y oscura la madrugada. Abro mi caja de lunas.
Hay silencio alrededor, aquello que no supe descifrar en su momento continúa envuelto en niebla. El techo es un lienzo lleno de estrellas y nubes huidizas. Pienso que ahí están reflejados los deseos y los sueños de la humanidad. Recuerdo ahora nuestra nariz pegada al escaparate de la tienda de juguetes cuando dejábamos tatuado el vaho y nuestras huellas de infancia días antes de la llegada a la ciudad de los Reyes Magos.
Me dispongo a repasar lo que ha sido mi vida estos últimos doce meses y a hacer orden. Sí, he dicho a hacer orden, es decir, descartar lo inservible y rescatar los momentos que han dejado una marca indeleble en mi; en mi cabeza y especialmente en mi corazón, aunque se hayan quedado algo adormilados por falta de uso, de atención o cariño. Deseo dedicarme a ellos a partir de hoy sin restricciones. Porque restricciones hemos vivido bastantes en esta última etapa. Por eso hemos acumulado ilusiones, deseos y osadías a los que no hemos podido dar rienda suelta como nos hubiera gustado o hubiéramos necesitado. ¡Cuánto hemos echado en falta los abrazos y los besos…!
Hay un hospital cerca, me acerco a una de sus columnas frías. El frío me recuerda al adiós en las manos de mis seres queridos. Pienso en los que no pudieron vivirlo. Pienso en las manos que se ofrecieron con generosidad y valor a sustituir el calor de abrazos ajenos en muchos últimos momentos. Hay silencio alrededor, el Belén parece más gris que otros años, se ven las imágenes desvaídas sin que los colores palpitantes de las luces navideñas logren desvelar su belleza natural. Y hay puertas por donde quisimos escapar alguna vez y desistimos…
Sigo sin comprender. Tiemblo cuando siento que el universo es un gran globo suspendido de una fina y frágil línea de luz de la que desconozco su origen.
Durante estos meses últimos pasaron las lunas como poemas tristes en el firmamento de los libros de papel, la esperanza sin voz, agazapada en un pequeño rincón del epílogo, esperando su oportunidad en una nueva edición actualizada.
Hoy quiero pensar que coleccionaré nuevas lunas; lunas que aliviarán desgarros, desesperanzas y duelos. Lunas como trazos de luz o rodajas de fruta fresca, lunas llenas que regalarán al planeta historias nuevas, lunas como hilos de plata que seguirán brillando mientras volamos sobre los mares de entresueños…
@mjberistain
Fotografía Pedro Barinaga
Callan mucho nuestras lunas últimamente, me gustó mucho. Un saludo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Antonio, Muchas gracias por tu presencia en estas páginas. Me alegro de verdad que te haya gustado mi caja de lunas. Bienvenido, Un fuerte abrazo.
Me gustaMe gusta
Hubiera podido escribirlo yo, si hubiera sabido; gracias por haberlo hecho tú. Muy bello.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Javier, me alegro tanto de que te haya gustado…
Me gustaMe gusta
Seguro que sentirás y vivirás en nuevas lunas
Me gustaLe gusta a 1 persona
Lo deseo también para ti. Un abrazo fuerte
Me gustaMe gusta