¡Dispara!

Dispara de lleno al corazón, yo espero
en el quicio de la puerta, en ese espacio
asustado de silencio, vibrante
donde duermen solitarios los espejos.

Dispara de lleno y no huyas con el viento
por las crestas de las olas, no confundas
la belleza del espanto inesperado
con la desbordada pasión por los pasillos.

¿A dónde iré
que no sea la penumbra entre tus brazos
esa luz mortecina que tanto favorece
a los encantos de la carne, entregados,
y ese dulce atrevimiento de la edad?

Hay veces que perderse es un lugar perfecto
para volar a otro país con las manos vacías
y las maletas llenas del rumor de las mareas.
El tiempo será siempre un amigo indeciso.
Saldré, cuando cese la lluvia, a caminar
sobre las brillantes alfombras de hojas húmedas
color ocre de los robles y los hayedos del otoño.
Y seguiré esperando, hasta que vuelva a abrirse la tierra
y mis manos, de ortigas y arañones, y arranque la luz
con nuevas flores por los caminos de jardines inmortales.

@mjberistain

2 comentarios sobre “¡Dispara!

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