OTEIZA o el Pensamiento
Oteiza o el Lenguaje
Oteiza o la Escultura
Oteiza el Poeta
Ayer estuve en Alzuza (Navarra) y me acordé de ti, amigo Vicente.
Mientras recorría su amplio espacio interior bordado con el hierro y la cal de su obra, escuchaba una voz interior parecida a la tuya con un lenguaje universal, como el tuyo, empeñado en la búsqueda de mitos y símbolos, entre las pinturas prehistóricas, para encontrar el origen de nuestra lengua.
Alzuza es un pequeño pueblo encaramado a un alto muy próximo a Elizondo en el valle de Egües (Navarra). Allí se encuentra el museo de Oteiza y allí están sus restos y los de la que fué su mujer, enterrados en un rincón. Quedan dos sencillas cruces de madera unidas con sus nombres garabateados como a cuchillo -en una de ellas Jorge; en la otra Itziar-.
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A excepción de la Basílica de Arantzazu, donde logró finalmente imponer sus 14 apóstoles… “creced y multiplicaos”, dijo Cristo; lo siento, no me cabían más” -respondió al enojado obispo-, Oteiza vió frustarse todos sus proyectos colectivos.
En su libro Quosque Tandem Oteiza recogió su pensamiento en un texto profundo, intenso y ágil. Oteiza propugnó siempre el concepto de educación estética como proyecto integrador para la sociedad y la existencia.
Cada palabra, cada imagen, sacuden la conciencia y arrebatan la posibilidad de huída, no existe otra alternativa que no sea el comportamiento artístico hecho comportamiento cívico en la convivencia con el otro. En su libro se desarrollan temas como:
- Sus indagaciones poético-linguísticas del origen del euskera en relación con la simbología prehistórica.
- Su exposición de la superación en nuestro estilo vasco (pre-indoeuropeo) del sentimiento trágico de la vida en comparación con el área latina (indoeuropea).
- Sus investigaciones en materia semiótica, lieraria, dramática, religiosa, política, cultural,
- Su amplio conocimiento de la cultura universal (Voltaire, Rimbaud, Mallarmee, Kandisky) en relación a nuestro pensamiento.
Pero sobre todo el mensaje de Oteiza es el de la absoluta necesidad de trabajar en la formación estética del niño y del educador, sugiriendo como objetivo primordial en toda política cultural razonable, el diseño de una adecuada programación didáctica que cree en el niño y en el maestro, la pasión lúdica por imaginar, interrogar y conocer, por interesarse poéticamente por cuanto les rodea, sea la arquitectura de sus pueblos, la historia de sus ciudades, o los múltiples procesos personales de acercamiento e indagación de la realidad que lleva consigo la hermosa aventura del pensamiento.
Fragmento de Julia Otxoa
Mis fotografías del interior del museo
Magnífica crónica; María. Desconocía a Oteiza, pero eso de la “absoluta necesidad de trabajar en la formación estética del niño” hace que lo considere como a un nuevo amigo.
Gracias por compartir estas cosas para quienes estamos lejos.
Un abrazo.
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Su vida y su obra son muy interesantes. Un personaje culto, transgresor, imaginativo, polémico, luchador empedernido, y con ese punto de soberbia que lo hacía indeseable en algunas esferas y o momentos de la historia.
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Es una maravilla encontrarse con estos personajes de antaño que uno reconoce como más cercanos que a muchos contemporáneos. Eso me sucedió hace poco cuando leí a Esquilo (¡Tan moderno el hombre!) o cuando leo a mi favorito de siempre, Lucrecio. Lo siento más moderno, más real, más lúcido que al noventa por ciento de los intelectuales vivos.
El agradecido soy yo por habérmelo presentado.
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