El día que mi hija que dijo que durante las vacaciones de Navidad de aquel año tenía que trabajar el tema de las «texturas» con su niña de dos años, me quedé anonadada.
Me vino a la cabeza la obra de mi amiga Blanca Arsuaga con su delicada fuerza y elegancia trabajando materiales como la madera el cartón y la arena sobre sus lienzos.
Por más que pensaba cómo podríamos plantearnos la explicación a la niña, decidí no intervenir activamente en el tema, sino dejarme sorprender por los nuevos métodos de enseñanza.
¿Cómo se le explica a una criatura qué es la Textura?
Sí, ya sabemos que la textura es como la piel de las cosas, que se reconoce con el tacto, con los dedos al rozar determinada materia, que se siente algo así como suavidad o dureza, como la rugosidad…
Pero, insisto: ¿cómo se le explica a una criatura de esa edad un concepto semejante?
Muy fácil. Más sencillo de lo que yo podía imaginar. Se colocaban en un plato espaguettis. Un montón de espaguetti cocido y un montón de espaguetti crudo. Se trataba de dejarle experimentar, de acuerdo con las instrucciones de los expertos en pedagogía para niños de preescolar.
¡El espectáculo estaba servido!
La niña con una mano tocaba la pasta cocida. La retorcía con sus deditos regordetes e imprecisos, la aplastaba, dejaba los trozos desparramados por el plato como si fueran gusanitos blancos moribundos. Los miraba, intentaba recogerlos y cuando conseguía llevárselos a la boca succionaba con fuerza los que se le quedaban colgando de los labios. Mientras tanto, con la otra mano, sostenía la pasta cruda como si fuera un ramo de flores secas, se lo acercaba a la cara, la chupaba, se pinchaba, no le gustaba… Entonces rompía las hebras de pasta quebradiza contra el plato, contra la mesa, se divertía viéndolas romperse en pequeños pedazos contra el suelo…
No soy quién para cuestionar las nuevas técnicas de educación, considerando que son algo en permanente evolución. Tampoco puedo asegurar que aquella especie de «jam-sessión» fuese además de didáctica educativa, pero sí fué divertida para los que tuvimos la suerte de compartir la escena. El futuro aclarará la eficacia de aquél Western «Spaguetti Salvaje»

Con mi agradecimiento a mi amiga Blanca por autorizarme a compartir algunas imágenes de su obra en mi blog.
Os invito a conocer mejor su obra en el blog blancarsuaga.blogspot.com
@mjberistain
Seguro que además de divertida fue de lo más educativa. Pero como bien dices, tiempo al tiempo. Un saludo y gracias por compartir esas fantásticas pinturas.
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… la educación va por buen camino, tengo que reconocerlo!. Un abrazo fuerte María
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Estupenda crónica familiar y encantadora reflexión: ¡Ante la duda, cedamos espacio! Claro que sí; dejemos que los pequeños experimenten el mundo. Mejor eso que esa otra costumbre idiota de no permitir que los niños jueguen libres porque «se ensucian» o «pueden golpearse». ¡Libertad para todos!
Abrazo apretado.
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