Miradme. Admiradme. Envidiadme.
Desafío el riesgo de parecer vanidosa, vestida de gala…
He sido interpretada de miles de formas a través de los siglos.
Me vistieron con plumas de arcángel,
fui sierpe,
dragón alado
pámpano en cierne,
ola marina majestuosamente encrespada,
trompa musical,
garabato de candil.
Mi sonido es suave como el de la ola
que se apaga en la arena de la playa,
como la gasa, como el gusto, como el gozo.
No vengo ahora a envanecerme de mi belleza externa.
Solo me niego a seguir soportando en silencio
los caprichos y agravios comparativos.
Miradme, admiradme, envidiadme.
Sólo soy un rapto de soberbia…
sobre palabras de José Hierro
Fotografía Gabriele Corno
Espléndido poema y no me sorprende la soberbia de tan magnífica flor es preciosa.
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Gracias Anton, como ves estoy «de obras». tienes razón, creo que acerté a llamarla así. Espero que en el fondo sea buena flor. Un abrazo y gracias por llegar hasta mi casa.
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Un placer. 🙂 🙂 🙂
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