Morir en primavera



De todas las estaciones, no hay ninguna tan demoledora como la primavera:
los tallos revientan la endurecida costra helada de la tierra,
las hojas abren la piel de las viejas ramas amortajadas,
el dormido viento rasga el espacio entre rebrotados verdes…

Truman Capote


Andaba buscando un titulo para mi nuevo relato. Había apagado el ordenador hacía unas horas con la intención de tomarme un descanso. Llevaba días sin ideas y esta madrugada, en el duermevela, repentinamente he reconocido en mí la urgencia de sentarme ante el ordenador. En vano. Sin ideas, otro día más sin ideas. Y he cerrado los ojos, y  con mis dedos sobre el teclado he decidido dejarlos libres sobre él, no pensar; ni tan siquiera respirar hasta que hubiera escrito por lo menos mil palabras. Mi cuerpo, mi mente…, algo tendrán que decir en esta demoledora primavera, como la llamó Capote. La siento llegar, soporto sus síntomas, pero todavía no ha roto el cascarón de la crisálida. Tendré que esperar. Y adivino tras los cristales azotados por la lluvia el verde oscuro del paisaje que enmarca este amanecer sin luz, y espero.

Y he recordado que ayer, mientras consultaba un dato sobre la segunda guerra mundial para otro texto que me tiene ocupada desde hace un tiempo, me encontré con un artículo de Cecilia Dreymiller publicado en Babelia sobre el libro de Ralf Rothmann, con el mismo título que yo tenía pensado para mi entrada. Sé que todo está escrito y que por tanto, todo lo que yo escriba estará contaminado por lo que haya leído antes,  pero hoy algo dentro de mí necesitaba salir a la superficie de alguna manera, y este encuentro, precisamente este título, me ha guiado.

Y tecleo, y tecleo, dejando a mis dedos libres, sin pensar, sin respirar apenas, sin saber adonde me llevarán estas palabras…

La lluvia no da tregua. El viento sigue azotando afuera. Se ha paseado toda la noche como un fantasma con su escandaloso látigo de agua entre un chaparrón y otro. Se hubiera dicho que los elementos estaban desbordados, rabiosos, violentos, emitiendo aullidos de ahogo y reproches contra el cielo. Los pájaros callaban. He pensado que la primavera era un buen tiempo para morir.

—No quiero que corten flores para mí —me decías—, basta con que unjan mis pechos las gotas del último rocío con el aroma de los nuevos brotes y vuelen las briznas blanquecinas de mis restos, como polen de primavera, a la misma tierra de la que provengo.

Nos dejaste solos hace unos días mientras hablábamos de tu viaje al llegar la primavera. Aspiraste el aroma de las primeras flores de tu jardín y de los frutos que ya niñeaban en la huerta a los que habías cuidado siempre como a tus propios hijos, como a mí, como a mis hijas, y te llevaste silenciosa la alegría de vivir y la bondad junto a tu sonrisa eterna pintada en los labios.

¡Que los tallos revienten la endurecida costra de la tierra!
¡que las hojas abran la endurecida piel de las viejas ramas amortajadas!
¡que el dormido viento rasgue los espacios entre rebrotados verdes…!

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@mjberistain


10 comentarios sobre “Morir en primavera

  1. Me emocioné con tu final, lo has hecho impecable.
    Lo que te ha pasado a ti no es ajeno a quienes escribimos, mal o bien, pero el tema está en sudar y sangrar hasta lograrlo.
    Mi abrazo infinito para ti y tu primavera.

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  2. La Literatura, como la Música, como el Arte en general, resuena en cada uno de forma distinta, así como no es igual la primavera en cada ojo de cada persona que la ve.
    Te leo y me emociono, me emociono mucho con este final maravilloso que le has dado a la nota MJ (si es que te dicen así):

    «Aspiraste el aroma de las primeras flores de tu jardín y de los frutos que ya niñeaban en la huerta a los que habías cuidado siempre como a tus propios hijos, como a mí, como a mis hijas, y te llevaste silenciosa la alegría de vivir y la bondad junto a tu sonrisa eterna pintada en los labios.»

    No pude evitar recordar a mi Abuela que perdí hace tan poquito, que bonito y curioso que la hayas descrito tan bien sin conocerla.

    Hermosa entrada, muy hermosa.

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    1. Mariano, hay personas que te dejan una cruda cicatriz al marcharse, pero pienso que la vida nos ha obsequiado con haberlas encontrado y haber disfrutado con ellas gran parte de nuestra historia. Así que ¡gracias a la vida!. Un abrazo y gracias por la sensibilidad de tu comentario.

      Le gusta a 2 personas

  3. A veces, cuando menos ideas tenemos es cuando más tenemos que escribir. Yo suelo usar un par de técnicas para romper los bloqueos. Una de ellas es tomar un libro, abrirlo al azar y copiar unas cuatro palabras señaladas por mi dedo, también al azar; de allí me obligo a seguir. Otro técnica es sencillamente escribir lo primero que viene a mi cabeza y seguir desde allí. Claro, no siempre lo que sale de allí es válido, pero a veces queda una frase, un personaje, una escena que luego podrán usarse o que tal vez sirvan como futuro disparador.
    Me gustan mucho los textos en los que puedo acceder a la «cocina» de otros escritores; el tuyo no ha sido la excepción.

    Un abrazo.

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    1. Primero tengo que agradecerte que me incluyas entre “otros escritores”. Eres generoso. Soy lectora y en la escritura vierto mis neuras… Tus técnicas me sirven, por supuesto que me sirven, y si ellas me ayudaran a llegar al nivel que despliegas en tu blog, me consideraría satisfecha. Gracias Borgeano porque el solo hecho de que leas mis cosas ya es un honor para mí. Un abrazo de verdad.

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      1. Considero escritor a todo aquel que escribe bien (y no me refiero solamente a corrección de estilo, cosa que a todos puede pasársenos por alto en algunos momentos y de manera involuntaria), sino a aquellos que escriben de una manera atractiva, que saben retener al lector en la página; y eso no todos lo logran (a veces ni siquiera lo logran escritores consagrados. Elena Poniatowska es una de ellas ¡Y hasta le dieron el Cervantes!).
        Tu forma de escribir me gusta mucho y cuando el tema también lo hace encuentro que esa combinación es maravillosa. Por cierto, si bien algunos me conocen por éste o por aquel motivo, pero todos saben que cuando comento en un blog no miento (cosa que detesto con toda mi alma). Me he ganado la amistad de algunos bloggeros porque era el único que les decía «Oye, que ese verso no funciona» o, directamente, «lo siento, hoy no me gustó del todo tu poema…» (siempre en plan constructivo, claro está). Contigo no seré menos honesto, sobre todo porque sé que no tendré que decir cosas como las que señalé antes.

        Un fuerte abrazo.

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        1. Contigo siento que estoy ante un “tribunal”… ¡Esos malditos exámenes que me hacen zozobrar! Otras veces pienso que si estás ahí leyendo mis cosas, será porque quieres… Me tranquiliza cuando veo tu icono…; pienso, quizás haya merecido la pena escribirlo… No dejaré de tenerte el respeto que te tengo si alguna vez me dices la verdad… Pero ahora…, “miénteme, que me encanta”. Un abrazo fuerte.

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