«Peggy Sue» es una canción de rock and roll que he bailado desde que era una niña cada vez que se celebraba en casa de mis abuelos alguna fiesta familiar -en mi gran familia se celebraba todo-. El Rock & Roll era la música que hacía vibrar también a nuestros mayores.
Este tema concreto fue escrito por Buddy Holly, Jerry Allison y Norman Petty, y grabada por Buddy Holly y su grupo The Crickets en el año 1957. Según la crítica se trata de una de las mejores composiciones de Holly. La revista Rolling Stone la sitúa en el puesto 194 en la lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos. Buddy no fue uno de los pioneros, ni el mejor, pero sí fue uno de los músicos destacados de la época. (Incluyo extracto de un artículo de Fernando Navarro muy interesante).
Audio de la versión original:
Existe una versión, quizás más rockera, también muy buena, de John Lenon. Fue publicada en su album Rock ‘n’ Roll en 1975. Aquí incluyo la versión remasterizada en 2010.
Las comparaciones son odiosas, así que incluyo las dos versiones simplemente para disfrutar de Peggy Sue doblemente.
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Extracto del artículo de Fernando Navarro, redactor del País y colaborador de Babelia y de otras publicaciones y espacios musicales.
«El día que murió Buddy Holly en un accidente de avioneta fue el fin del flamante talento de la primera ola del rock’n’roll y el comienzo de la primera leyenda del género, a la que se sumarían con los años y por diferentes motivos grandes músicos como Otis Redding, Jim Morrison, Jimi Hendrix y Janis Joplin. Pero sobre todo fue el epitafio de una generación, que se conoció como la clase del 55. La repentina muerte de Holly ponía fecha al final de la primera rebelión de la música popular, al golpe en el estómago que supuso la irrupción del rock’n’roll para la sociedad puritana y bienpensante de EE UU, aquella que se llevaba las manos a la cabeza porque los jóvenes negros y blancos compartían los mismos gustos musicales, porque estaban deseosos de afirmarse ante el caduco mundo adulto de la posguerra y porque ansiaban libertad frente a los rigurosos códigos morales.
La trágica muerte de Buddy Holly simbolizaba el adiós a todo ese movimiento inocente y rebosante de energía, que estaba en las calles con la jukebox sonando en un Diner o con la música a todo trapo en las radios de los cadillacs. Se iba Holly y se iba el empollón de la clase del 55, el compositor que había conseguido los mayores avances en los arreglos de las canciones, el hombre que, a diferencia de otros compañeros de curso que aportaban sensualidad y rebeldía, dio al rock un carácter académico. Era un genio. Su carrera fue prodigiosa y fulgurante. En poco menos de dos años en el negocio había conquistado los puestos más altos de las listas de venta de Estados Unidos y Reino Unido y se codeaba con los pioneros del rock’n’roll como Elvis Presley, Chuck Berry, Fats Domino o Little Richard.
Nacido en 1936 en Vermon Lubbock, Texas, donde florecía la industria del algodón. Con apenas diez años, ya se había familiarizado con la guitarra, el banjo, el violín y el piano. En busca de un concepto musical determinado, en pleno oleaje del rock, encontró una vía musical intermedia entre el country y el blues. Se refugió en los estudios de NorVajak de Norman Petty, a la postre su productor, e impulsó un estilo rudimentario en un acompañamiento de rockabilly de bajo, guitarra y batería.
Pero su avance fue concentrarse en los arreglos, adornando las composiciones con voces de fondo o teclados puntuales, mientras introduce toques de guitarra y batería agresivos, casi desafiantes. La púa rasga las cuerdas como pinchando al oyente para que se involucre, mientras sus modos vocales crean una atmósfera peculiar cuando mastica las palabras con su acento sureño. Holly será el primero en grabar la voz solista para sus pistas o crear orquestaciones en estudio, que serán la base del futuro pop.»