En el espejo se borró tu imagen. No te veía cuando me miraba…
El cuerpo del amor se vuelve transparente, usado como fuera por las manos. Tiene capas de tiempo y húmedos, demorados depósitos de luz. Su espejo es la memoria donde ardía. Venir a tí, cuerpo, mi cuerpo, donde mi cuerpo está dormido en todas sus salivas. En esta noche, cuerpo, iluminada hacia el centro de tí, no busca el alba, no amanece el cantor.
Siembras palabras y responden ecos, ecos de ecos en la bóveda incierta de la desolación. Daría todo el aire por un grito, la posesión del reino por un solo gemido…
Y TÚ, ¿de qué lado de mi cuerpo estabas, alma, que no me socorrías?
J.A. Valente